Una rigurosa obra ‘Ajedrez y otras piezas de juego de territorios islámicos’ (‘Chess and other games pieces from islamic lands’ en su original en inglés) de la investigadora Deborah Freeman Fahid, publicado en inglés por Thames & Hudson el pasado mes de junio, aporta datos y fotos inéditas sobre el milenario juego.
En enero de 2019 saldrá una edición en bolsillo. Desde ya, expresar el deseo que sea traducido al español.
Además de catalogar 130 juegos de ajedrez de la colección de al-Sabah de Kuwait y más de 200 trebejos del juego, el libro examina piezas de ajedrez islámicas así como de lugares europeos, como España.
Entre los muchos tesoros de la colección de al-Sabah se encuentran cientos de piezas de juegos que datan de los siglos VII al XIX. Fueron elaborados en una rica variedad de materiales, que incluyen marfil, madera, cerámica, vidrio, jade y ágata.
Se presentan en la obra junto con otros importantes ejemplos, algunos de los cuales nunca antes han aparecido en una publicación, incluyendo piezas iniciales de ajedrez que se originaron en la India y el imperio persa sasánida (que se prolonga hasta el 651), así como las formas más abstractas que más tarde se hicieron populares en todo el mundo islámico. Para completar la colección se encuentra un fundamental tratado árabe medieval sobre ajedrez.
Este volumen proporciona el catálogo definitivo de este excepcional grupo de piezas, algunas de las cuales han sido fechadas con precisión por primera vez e incluyen más de 300 fotos. El trabajo investigador y el aporte científico ha datado muchas piezas en museos europeos con mayor precisión.
“Normalmente, cuando miraba piezas en colecciones de museos en Europa, generalmente decían eran del siglo X al XII”, dijo Freeman Fahid, “pero descubrí que algunas de ellas eran del siglo VIII al XI”. Esto fue el resultado de dos cosas: comparar piezas en la colección de Sabah con objetos encontrados en excavaciones arqueológicas donde tenemos una idea clara de las fechas y algunas pruebas de carbono 14″.
Se dice que jugar al ajedrez llegó al mundo árabe desde Persia, que había adoptado el juego desde India, donde su precursor, el chaturanga (traducido, cuatro miembros), se convirtió en el chatrang persa en los siglos V y VI y que por la evolución fonética se pasó al shatranj árabe.
“Fue un juego de estrategia de guerra y en el imperio persa sasánida fue una de esas habilidades que un noble debería tener, además de poder montar a caballo”, según la autora.
Las piezas de ajedrez indias se derivaron de los cuatro miembros o componentes del ejército: infantería, caballería, elefantes y carros. “Los carros ahora son las torres. Los elefantes, ahora llamados obispos o alfiles, eran con una sola figura montada en la parte superior. Los caballos eran la caballería, con jinetes montados. Los peones, soldados de a pie, la infantería” explica la autora. Al mando estaban el rey y su visir, posteriormente con el ajedrez moderno, la reina o dama.
Los árabes tradujeron o arabizaron los nombres persas. ‘Fil’, elefante hoy alfil, vino del ‘pil’, persa. “Faras”, hoy caballo, fue traducido del ‘asp’ persa. La palabra para ‘carro’ es el origen probable de ‘rukh’, que se usa en persa y árabe. La palabra persa ‘shah’, ‘malik’ en árabe, es el actual rey, es el origen de ‘shah mat’, jaque mate, el rey está muerto.
Bajo el Islam, el diseño de los trebejos cambió. En lugar de piezas figurativas, las primeras que sobreviven son del siglo VII halladas cerca de la antigua Samarcanda, se volvieron más abstractas.
Freeman Fahid afirma que este cambio de las formas figurativas a abstractas no era por una cuestión religiosa, tras el inicio de la religión islámica que prohibía piezas explícitas de figuras humanas o animales. “Se ha supuesto que esto fue el resultado de la iconoclasia, y probablemente haya un elemento cierto, pero también era una parte del mundo donde hacer esculturas de figuras a pequeña escala no formaba parte del patrimonio cultural, como lo fue en India. Puede, simplemente, que haya sido más fácil hacer piezas de estilo abstracto”. Los diseños modernos de ajedrez se desarrollaron mucho más tarde: “Las piezas de ajedrez abstractas de estilo islámico se usaron en Europa hasta los siglos XI o XII”, apuntó la investigadora.
Escogiendo sus trebejos favoritos de la colección al-Sabah, Freeman Fahid eligió un caballo: “Es una de las piezas más grandes, con poco menos de siete centímetros de altura. Es de marfil, probablemente cortado de la punta del colmillo. Es una cúpula, con una forma de escudo proyectada en el frente que representa la cabeza del caballo y una ranura en la parte posterior que solo sugiere la división de la cabeza y el cuello del cuerpo. El artesano pasó a decorar la superficie con un hermoso diseño decorativo de palmeta, un inicial típico islámico”.
Otra opción elegida era en madera, del siglo IX o X, probablemente de la actual ciudad afgana de Herat. “Simplemente están tallados y desgastados”, declaró Freeman Fahid. “Tienen una gran calidad escultórica y debe haber sido encantador jugar con ellos. En mi ensayo, sugerí esta forma desarrollada a partir del elefante con su howdah (compartimento encima del animal), en la parte superior”.
Muchas de las piezas de la colección al-Sabah son de tiempos abasíes. Bagdad en los siglos IX y X era un centro de ajedrezsiendo su apogeo en el califato entre 750 y 950 donde florecieron teóricos y se creó la clasificación de jugadores en cinco categorías empezando por la de Gran Maestro, llamado Alijat, o sea los mejores. La siguiente categoría eran los mutaqaribat seguidos por los de tercera, cuarta y quinta categoría.
Los primeros teóricos del ajedrez fueron los de la escuela de Bagdad, donde primero se anotaron las partidas, se estudiaron las aperturas (tabiyat en árabe) y se estudiaron los primeros problemas (mansubaen árabe). También fueron los pioneros de las partidas a ciegas, en concreto la primera partida la jugó el juez islámico Sa’id Ibn Jubair (665-714). Asimismo, los árabes crearon la expresión jaque mate o shah mat.
El tratado del que fuera un jugador destacado como Alijat, Ar-Razi, titulado Latif fi ‘sh-shatranj (Elegancia en el Ajedrez) data del siglo IX, en el 847, cuando la corte abasí estaba en la actual ciudad iraquí de Samarra.
Freeman Fahid se refiere en el libro a un trabajo (‘Schach und Trictrac: Zeugnisse mittelalterlicher Spielfreude’, en alemán, ‘Ajedrez y Backgammon: testimonios de la alegría medieval de jugar’, en la revista Salischer Zeit) desarrollado en 1991 por la arqueóloga investigadora del Museo Romano-Germánico, Antje Kluge-Pinsker, sobre piezas de ajedrez hechas en Europa, incluidas las del púlpito de oro de Enrique II (973-1024) en la catedral de Aquisgrán, construido entre 1002 y 1004. El trabajo reconoció la derivación de las piezas de los modelos islámicos.
“Algunos en Alemania están asociados con el emperador del Sacro Imperio Romano, Otón III (980-1002)”, señala. “Otros tradicionalmente se asociaron con Carlomagno (742-814),” quien es bastante anterior. “He especulado en el libro, ahora que he retrasado la fecha de algunas de estas piezas, que una conexión puede proceder de las embajadas diplomáticas entre el califato y la corte de Carlomagno en Aquisgrán. Es posible que algunas de estas piezas fueran regalos diplomáticos”.
“Muchas piezas en Alemania terminaron en tesoros de catedrales, donde algunas fueron reutilizadas como relicarios. Una fue volteada y perforada para convertirse en un recipiente para la sangre de un supuesto santo”, sostiene la autora.
España
En el libro se destaca como “uno de los más bellos” el grupo de piezas de ajedrez de cristal de roca, conocido como ajedrez fatimí, procedente de Egipto, que se encuentra en la catedral de Ourense, procedente de Celanova y que pertenecen al tesoro de San Rosendo y que han sido estudiados en España. Según la autora, las piezas cuentan con más de 800 años.
Hay que recordar también el que se considera más antiguo, la presencia del ajedrez de San Genadio con cuatro piezas mozárabes del monasterio de Peñalba de Santiago en León, otras desaparecieron con el paso de los siglos y tras ser compradas en subasta están en la colección al-Sabah de Kuwait.
“La primera referencia que tenemos del juego de ajedrez en Europa es muy temprano en el siglo XI, en Cataluña”, señala Freeman Fahid, en alusión al condado de Urgell. Se refiere así al conde Ermengol I(974-1010), donde figura en el primer documento en el que se cita el juego, al mencionar “mis trebejos de ajedrez”, en concreto en su testamento. Hay que recordar que el ajedrez había llegado a la Península Ibérica de la mano del cantor persa Ziryab (789-857), procedente de Bagdad y quien recaló en Córdoba en la corte de Abderramán II (792-886).
Biografía
La autora del libro, Deborah Freeman Fahid, trabaja desde 1995 en el campo del arte islámico. Un curso de Arte Islámico en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres le condujo a nueve años en la casa de subastas Christie’s.
Posteriormente su nombramiento como restauradora asistente y directora de publicaciones de la colección al-Sabah de Kuwait donde lleva once años. Allí, encontró un área de arte islámico en que se especializó: las piezas de ajedrez sobre las cuales escribió el libro ‘Ajedrez y otras piezas de juego de territorios islámicos’.
“Mi interés en el ajedrez surgió de las piezas, no al revés, cuando me presentaron los objetos que necesitaban ser investigados”, dijo Freeman Fahid.
Ha editado varios catálogos para la Colección al-Sabah: Esplendores del antiguo Oriente: Antigüedades de la Colección al-Sabah (2013), Pintura persa: Las artes del libro y el retrato (2014) y Artes del Oriente helenizado: Metales preciosos y gemas de la era preislámica (2015). También participó en la exposición ‘Reyes y peones: juegos de mesa de India a España’ que se pudo contemplar en el Museo Islámico de Doha, Catar, en 2014.
La colección al Sabah se inició por el jeque kuwaití Nasser Sabah Ahmed al-Sabah y su esposa, Hussah Sabah al-Salem al-Sabah quien, durante 40 años, coleccionaron arte islámico y prehispánico de Oriente Medio. Se estima que su colección cuenta con más de 35 000 piezas: se trata de una de las colecciones más importantes del mundo, no sólo por su tamaño, sino también por la calidad de los objetos conservados.
La colección de al-Sabah ha sido exhibida en importantes instituciones culturales de todo el mundo, incluyendo el Museo Hermitage en San Petersburgo, el Museo Británico en Londres, el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York y el Museo del Louvre en París.