Garry Kasparov es un legendario excampeón mundial de ajedrez, escritor y activista político de nacionalidad rusa. Algunos expertos lo consideran el mejor jugador que haya existido en la historia: inició su carrera en 1986 y se retiró hasta 2005, estuvo rankeado como el número uno durante 225 meses de los 228 en los que se desempeñó como ajedrecista profesional.
El legendario jugador nacido en la capital de Azerbaijan estuvo de visita en nuestro país y participó en un foro organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde indicó que el juego-ciencia debería ser incluido en los programas educativos, ya que es una herramienta perfecta para reforzar el aprendizaje de niños y jóvenes.
¿Pero cómo nos podría ayudar la práctica de esta disciplina en nuestro proceso de aprender? El presidente del consejo de la fundación Human Rights Watch, que defiende los derechos humanos en todo el mundo, piensa que en las escuelas nos enseñan —tradicionalmente— a memorizar cosas (el nombre de las Tres Carabelas de Colón, fechas y más fechas, pero nunca nos enseñaron a cuestionar el porqué de lo que memorizamos).
Y según Kasparov, ese modelo ya no es funcional, dado a que el actual desarrollo del mundo requiere de “nuevas técnicas que los ayuden a examinar su habilidad” como, por ejemplo, el ajedrez. La práctica de este juego implica mucho razonamiento, por lo cual el excampeón mundial indica que ejecución ofrece nuevos mecanismos de pensamiento.
La propuesta de Garry, en un mundo ideal, es incorporar el ajedrez en los primeros 3 o 4 años de estudiospara que los niños y jóvenes estén mejor capacitados en diversas áreas. Según el experto, varias naciones ya están incorporando este sistema a sus modelos educativos. La práctica del ajedrez es opcional o después de clases, de acuerdo con Proceso.
Por esas razones, quien fuera el monarca mundial más joven en la historia del ajedrez —a los 22 años—, manifestó que el juego-ciencia carece de infraestructura que lo lleve a las masas, aunque la considera una disciplina muy popular, por lo que espera que la cooperación entre la Fundación Kasparov y la UNAM ayude a hacer más visible este deporte mental, señala La Jornada.
Fuente: sopitas