La vicepresidenta de la Fide estuvo en Córdoba invitada al festival en la UNC y dio sus razones de por qué el ajedrez debería formar parte de la educación formal de los niños.
La chilena Beatriz Marinello (51) es vicepresidenta de la Federación Internacional de Ajedrez (Fide) desde 2010 y la primera mujer en ocupar ese cargo. Es maestra internacional femenina de ajedrez, emigró a los Estados Unidos en 1990, y en 2003 fue presidenta de la federación de aquel país.
El pasado fin de semana estuvo en Córdoba, invitada por la Federación de Ajedrez de la Provincia de Córdoba, para participar del festival ajedrecístico que auspició la Secretaría de Extensión de la UNC, y el rector Hugo Juri la nombró “Visitante Distinguida”.
Su vínculo con los cordobeses data de 1982, cuando conoció a Guillermo Soppe y a su hermana Edith (ya fallecida) en el Sudamericano de ajedrez que se jugó en Morón (Buenos Aires).
“Edith era mi ídola, yo quería ser como ella. Me sentí honrada de conocerla y poder analizar partidas juntas. En ese momento también conocí a Guillermo y tiempo después trabé amistad con Liliana Burijovich”, señala.
Marinello llegó desde Nueva York donde fue miembro de la organización del match por el título mundial entre Magnus Carlsen y Sergei Karjakin.
Actualmente preside la comisión de Ajedrez Social de la Fide, que desde siempre ha sido una de sus obsesiones. En 2003 inició un programa de enseñanza del ajedrez para niños en Harlem, Nueva York. Y años atrás el destino la llevó a Uganda, donde apoyó el proyecto de Robert Katende de ajedrez social, que se hizo mundialmente conocido cuando surgió la niña prodigio Fiona Mutesi, cuya vida está retratada en una película de Disney The Queen of Katwe, próxima a estrenarse en Córdoba.
A continuación, la síntesis del diálogo de Marinello con Mundo D.
–¿En qué momento la Fide se da cuenta de que el ajedrez, más allá de las competencias, podía ser una herramienta de ayuda social?
–Es cierto que la Fide tiene como misión la organización del ciclo por el campeonato del mundo y promover y masificar el ajedrez por todo el planeta. Pero en 2002, la Federación se dio cuenta que el ajedrez podía hacer mucho más que eso y creó dos comisiones vinculadas con el ajedrez social. Una de ellas se enfocó en el ajedrez en las cárceles y correccionales como terapia de rehabilitación. A mí tocó presidir la otra, más vinculada a la ayuda de los sectores más vulnerables. Trabajamos en África y, precisamente, nuestro proyecto se llamó “transformando vidas”. Empezamos con Camerún y seguimos con Uganda, donde conocí la extraordinaria obra de Robert Katende y a Fiona Mutesi, la niña hoy jovencita promesa del ajedrez.
–En tu experiencia con el ajedrez escolar, ¿qué notás que el ajedrez logra en los niños?
–Lo más interesante que el ajedrez les enseña a los niños es que hay reglas y que hay que respetarlas. Además, les enseña a tomar decisiones y aprenden que las malas decisiones en el tablero tienen sus consecuencias, como en la vida. El ajedrez desarrolla la inteligencia emocional, genera empatía, las derrotas no se dramatizan porque se asimilan como parte del aprendizaje. Y se aprende a trabajar en equipo, porque en el ajedrez las piezas juegan en equipo. Logré muchas cosas positivas con el ajedrez en mi experiencia con niños de la comunidad afroamericana de Harlem.
–¿Por qué el ajedrez tendría que formar parte en la educación formal de los niños?
–Es bastante simple: el ajedrez tiene una relación directa con el uso del cerebro. Si los seres humanos no aprendemos a usar de forma correcta el cerebro, con el modo de vida que tenemos ahora en el que sólo basta apretar un botón para acceder al conocimiento, en el futuro no vamos a poder desarrollar ciertas habilidades cognitivas. La clave está en que si no usas esas funciones cognitivas, las pierdes. Por eso es importante desarrollar estas habilidades en edades tempranas y el ajedrez tiene esa ventaja, porque utiliza los dos hemisferios del cerebro. Entonces qué mejor que la escuela para enseñar ajedrez.
Fischer, el preferido
Robert James “Bobby” Fischer es el jugador preferido de Beatriz Marinello, no sólo por su juego, sino por su historia. Ella comenzó a jugar a los 13 años y a los 16 ya competía internacionalmente.
«Mi juego fue cambiando, supongo porque refleja mi personalidad. Al principio era táctica, romántica, ahora me gusta y disfruto mucho el ajedrez posicional. Fischer, claro, es uno de mis jugadores preferidos. En la actualidad me gustan (Levon) Aronian y (Fabiano) Caruana. Pero el ajedrez ha tenido la suerte de tener jugadores tan talentosos, como Karpov y Kasparov».
Fuente: mundod