Nueva York fue el alfa y Nueva York es el omega. Hace exactamente 130 años la ciudad considerada la capital de mundo acogió el primer encuentro por el título mundial entre el austriaco Wilhelm Steinitz y el inglés de origen polaco Johannes Zukertort.
En aquel duelo Steinitz comenzó a asentar los principios estratégicos del ajedrez acompañado de reflexiones tan lógicas que nada tendrían que envidiar a las de Baltasar Gracián o al teórico del arte de la guerra, Carl von Clausewitz. Nueva York de cienos, alambres y muerte, fue el comienzo de una nueva era cuando la computadora Deep Blue derrotó a Gari Kasparov en 1997. El milenario juego vivió un cambio radical con el advenimiento de la tecnología, volviéndose más directo, agudo, con nuevas ideas ofensivas y defensivas gracias a los análisis casi infinitos de los programas informáticos. Las máquinas cambiaron valoraciones, democratizaron la preparación de aperturas y se convirtieron en entrenadores imprescindibles.
El mejor apóstol del nuevo ajedrez que comenzó en la ciudad de los rascacielos es el actual campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, de 25 años, que defenderá a partir de hoy (19 horas) su corona ante el ruso de origen ucranio Serguei Karjakin, de 26. 12 partidas que se disputarán en el centro comercial Fulton Market, a cinco minutos andando de Wall Street, con una bolsa en premios de un millón de euros.
El juego del indiscutible número uno en las listas de la Federación Internacional (FIDE) es un tormento para sus rivales, por su dominio de posiciones en las que aparentemente no hay nada, y en las que con una depuradísima técnica de finales consigue la victoria, en un recuerdo del legendario Anatoly Karpov. Una máquina, nunca mejor dicho, con una energía casi infinita. Karjakin deberá evitar ese tipo de posiciones muertas y tratar de nadar en el mar de las complicaciones tácticas, en las que el cálculo es más importante que cualquier otra consideración. Nadie le da opciones, y hasta Gari Kasparov ha calificado de accidente su condición de aspirante.
Sin embargo, Karjakin, cuenta con el apoyo casi infinito de su federación y con el interés públicamente declarado de Vladimir Putin para la corona retorne a su país. A este respecto, Veselin Topalov, excampeón mundial y protagonista de dos encuentros por el título comenta a MARCA antes de tomar el avión para jugar un cuadrangular en San Luis (Estados Unidos) con Caruana, segundo del mundo, Anand, séptimo y Nakamura, octavo: «No comparto la opinión de Kasparov; creo que Karjakin tiene entre un 30%-40% por ciento de posibilidades. Tiene los mejores analistas, medios…, además, no parte como favorito. Karjakin es tenaz, muy fuerte psicológicamente como ha demostrado superando marcadores adversos».
Sobre el campeón, Topalov declara: «Una de sus grandes virtudes es la estabilidad. Apenas comete errores, y es más importante no equivocarse que jugar un día genialmente y otro como un principiante. Los dos tienen un gran talento, pero Carlsen más». El excampeón es contundente respecto al encuentro: «Aquí se dirime el título mundial, no quien es el mejor del mundo. Y el mejor es Carlsen. Si ganase Karjakin tendría que confirmar el resultado y demostrar durante muchos torneos que es el número uno, como si ha hecho el noruego de desde el enero de 2010». Curiosamente, Topalov fue quien le dio el relevo en aquella fecha.
Hasta el momento, Carlsen y Karjakin se han enfrentado en 21 ocasiones, con un balance de 4 victorias para el campeón, una para el aspirante y 17 tablas. La última vez que se enfrentaron fue el en torneo de Maestros de Bilbao. Carlsen ganó la primera partida y empató la segunda. Pero Nueva York, con mucho más en juego y en un cara a cara que suele resultar agotador, dictará su sentencia como la dictó cuando Steinitz ganó a Zukertort, Kasparov a Karpov (1990) y Kasparov a Anand (1995), en las desaparecidas Torres Gemelas.
Fuente: marca