La undécima partida del campeonato del mundo de ajedrez terminó en tablas, dejando el marcador en 5,5-5,5. Pero aunque se mantiene el equilibrio, algo parece haber cambiado: Carlsen vuelve a ser Carlsen.
Magnus mostró su mejor cara ante un Karjakin que, a pesar de llevar las piezas blancas, no quiso o no pudo luchar por la iniciativa, optando de nuevo por la que parece haber sido su estrategia durante todo el match: mostrarse sólido como una roca.
Carlsen tiró de ingenio, lanzó sus peones al ataque, y con la brillante ruptura 19.d5 logró hacerse con el control de la partida. Sin embargo no consiguió encontrar el hueco en la armadura del ruso, y se firmaron las tablas tras 34 jugadas; un encuentro relativamente breve, en comparación con la mayoría de las partidas disputadas hasta ahora.
Tras la jornada de descanso del domingo, el campeón mundial contará con la ventaja de llevar las piezas blancas en el último choque, que se disputará el lunes a las 8 de la tarde (hora española).
Si no consigue imponerse, el mundial pasaría a decidirse el miércoles, en una tanda de partidas de ajedrez rápido en las que, a priori, Carlsen sigue siendo el favorito. El noruego ha sido campeón del mundo también en esta especialidad, y sus prodigiosos reflejos y mayor experiencia serían muy importantes.
Sin embargo, estos tie-break son como una ruleta rusa: el resultado se vuelve mucho más aleatorio al depender todo de un momento de inspiración. Y además, Karjakin obtuvo uno de los mayores éxitos de su carrera -el triunfo en la Copa del Mundo de la FIDE- precisamente en una final decidida en este formato. Probablemente, para el ruso, alcanzar la tanda de desempate tendría sabor a victoria.
Fuente: elmundo