Afincado en Barcelona desde hace 15 años, el número tres del país dejó al margen sus trabajos en España durante un mes para consagrarse campeón argentino y ser parte del equipo nacional en la Olimpíada de Georgia.
Su sonrisa sintetiza el deber cumplido y denota que disfruta de este tiempo de revancha. Hace un año y medio, Fernando Peralta se replanteó su carrera como gran maestro de ajedrez. Su ranking no le gustaba. Menos aún, porque no sabía por qué estaba de mala racha. Entonces se propuso volver a ser y enderezó el rumbo a fines del año pasado.
Tanto que conquistó su segundo título argentino, de manera invicta, y jugará por octava vez la Olimpíada en Batumi, Georgia. Todo a costa de resignar dinero, créase o no, como le pasa a muchos mortales en este mundo, sepan o no mover las piezas.
Es que para poder cumplir su objetivo, el nacido en Lavallol hace 38 años debió dejar de trabajar durante un mes en Barcelona, donde reside hace 15 años y hoy vive en el barrio Sant Andreu. Durante la quincena previa al Argentino, el viaje para cruzar el Atlántico y las dos semanas que duró el torneo, Peralta dejó de dar clases y de ser parte de la Academia FIDE en Cataluña para jugar el campeonato (y encima ganarlo) y así cumplir el único requisito que le faltaba para sumarse al equipo olímpico, ya que por ranking estaba clasificado.
“Fue difícil venir, porque interrumpí un circuito de torneos atractivos y rechacé invitaciones de otros lugares de Europa -le cuenta a Clarín-. Económicamente, jugar el Argentino fue muy complicado porque sumé un mes en el que no trabajé y debo seguir pagando los gastos en España. Relegué mi actividad con las clases y con la Academia FIDE porque debía estudiar para jugar. Así que la única manera de hacerlo fue trabajar mucho para ahorrar durante el año y cubrir estos gastos. Además de molestar a la familia y a amigos para alojarme”.
-O sea que resignaste dinero para ser olímpico…
-Es así, porque dejé mis trabajos remunerados en la Academia y con las clases. No cuento los premios de los torneos, porque son variables y tampoco son importantes. Hay que trabajar e invertir mucho tiempo para intentar ser semiprofesional en el ajedrez. Es una contradicción muy difícil a la hora de dedicarse a pleno.
-¿Cuántos grandes maestros pueden vivir sólo del ajedrez?
-Quizás el top 50 puede vivir compitiendo y en algunos casos está por verse. Para vivir bien, el ajedrez te brinda posibilidades económicas con las clases y la transmisión de tus conocimientos. Si a uno le gusta la parte pedagógica del deporte y si se organiza con seriedad y con respeto, se puede vivir bien económicamente. Soy muy agradecido al ajedrez. Jamás voy a quejarme de cómo me van las cosas.
Peralta había sido campeón argentino en 2006 y repitió doce años después con un rendimiento que fue de menor a mayor, asegurándose el título con una fecha de antelación. En el Círculo de Ajedrez de Villa Martelli, levantó el trofeo luego de sumar 10 puntos en 13 rondas, con siete victorias y seis tablas.
“Estoy contento, especialmente porque le dediqué mucho esfuerzo en los últimos años, ya que me estaba yendo muy mal -confiesa-. Decidí hacer un esfuerzo mayor y cuando todo da réditos y resultados, quedás doblemente contento. Desde donde venía, tiene más valor”.
-No sólo viniste porque era un requisito para ir a la Olimpíada sino con la ilusión del título…
-El Campeonato Argentino es un torneo hermoso para jugar pero muy cruel, porque lo único que sirve es quedar primero. Yo fui segundo en varias oportunidades y te puedo decir que no sirve para nada. El objetivo es ganar, las chances son poquitas y requiere de mucho esfuerzo.
Sabía que era uno de los principales rivales a vencer por quienes quieren subir en el ranking. Por eso Peralta armó una estrategia a largo plazo en un torneo de 13 partidas. “Aposté a tratar de ganar sin hacer tonterías y sin especular -dice-. Mis dos primeras partidas fueron tablas correctas. Mi idea era que si la cosa iba mal debería forzar un poco más, pero por suerte en el comienzo ninguno sacó una ventaja importante y al ganar varias partidas, jugué muchas muy tranquilas. No tuve la presión de ganar”.
Claro que en la undécima ronda, en la mañana del sábado lluvioso, todo casi se desmorona cuando llevó las negras ante el maestro internacional Pablo Acosta, quien tuvo la partida “ganada” y no encontró la jugada del remate en el apuro de tiempo. Con eso, el salteño no sólo dejó con vida a Peralta sino que perdió la chance de lograr la norma de gran maestro. ¿Fue la suerte del campeón?
“Hay partidas que pueden caer para cualquier lado, sobre todo en los torneos largos. Esa fue una de ellas, porque tranquilamente estaba perdido -admite-. En el apuro de tiempo no estás seguro de nada, pero la sensación que tenía es que me había salvado y tenía la impresión de que no iba a perder. Fue una buena señal de alivio, je”.
-¿Qué se siente en el medio de una partida cuando se deja pasar una chance tan clara para ganar?
-Es muy difícil olvidarse de los errores durante una partida. Te quedás pensando un poco cómo te pudiste haber equivocado. A todos nos ha pasado. En mí suele tener influencia negativa, pero otros jugadores mentalmente más fuertes se sobreponen.
Fernando Peralta volvió al país, jugó, ganó el Argentino, selló su pasaporte olímpico para octubre y, de paso, comió asado o empanadas casi todos los días. Aunque le faltó un solo ritual en este regreso pasajero. “Esta vez no pude ir a ver a Temperley porque no hay torneo”, se lamentó el campeón.
Todo no se puede en la vida. Pero siempre hay revancha.
“Soy muy optimista para esta Olimpíada”
Los ajedrecistas argentinos sólo tienen una obsesión en esa actividad que los apasiona: jugar la Olimpíada bianual en la que representan al país en un equipo de cinco integrantes. Fernando Peralta ya lo hizo en siete ocasiones, en las que logró 33 puntos sobre 66 posibles, con 17 victorias, 32 tablas y 17 derrotas.
Debutó como cuarto tablero en Bled 2002, fue segundo tablero en Turín 2006 y en Dresden 2008, tercero en Khanty-Mansiysk 2010 y primer tablero en Estambul 2012, Tromso 2014 y Bakú 2016. Del 24 de septiembre al 7 de octubre, competirá en Batumi, Georgia, y le tiene fe al equipo argentino.
“Soy muy optimista para esta Olimpíada -avisa-. Llegamos mejor que a la anterior. Sandro y Diego están en un nivel tremendo. Fede y Alan estarán firmes. Y yo me voy a cuidar en estos meses: jugaré el Abierto de Sants (17 al 26 de agosto) y otro en Galicia en septiembre para ir descansado a Batumi”.
Peralta compartirá equipo junto Sandro Mareco y Diego Flores, históricos responsables de que el ajedrez argentino brillara en el exterior en marzo y en abril pasados, cuando ganaron invictos el Masters de Vietnam y el Abierto de Dubai, respectivamente. El quinteto se completa con los jóvenes Federico Pérez Ponsa y Alan Pichot, ex campeón mundial Sub 16.
-¿Para qué están en la Olimpíada?
-Más allá del resultado final, el objetivo es jugar un buen torneo. Que los matches sean contra equipos fuertes y que podamos puntuar. Ojalá terminemos adelante, pero la posición final es más una circunstancia que otra cosa. Por el sistema suizo con el que se juega y el sorteo en cada ronda, es cualquier cosa. Ojalá que tengamos suerte.
-Estabas clasificado por ranking, pero debiste jugar el Argentino porque era un requisito clave. ¿Te parece justo?
-Fue un esfuerzo venir a jugar el Argentino, pero es razonable que pidan esa exigencia porque jugar una Olimpíada es muy importante. Si los torneos tienen un mínimo de condiciones y un formato adecuado, es justo que se les exija a los jugadores la intención de participar. Lo que estaría mal es que a los que residimos en el exterior nos impusieran venir a jugar un Argentino abierto. Pero así como fue, está bien.
A Batumi irán los cinco argentinos de mejor ranking. Lo mismo sucede entre las damas, ya que serán olímpicas Carolina Luján, Claudia Amura, María Florencia Fernández, Ayelén Martínez y Marisa Zuriel.
Hay una camada joven que pide pista de a poco y juega sin temores ante los mejores. ¿Cómo ve Peralta ese escenario? “Contra ellos ya planteo las partidas de igual a igual -revela-. Conocía a Tomás Sosa desde antes y es muy fuerte. Conocí ahora a Pablo Acosta y pude comprobar que se va para arriba. Y me impresionó Kevin (Paveto), al que sí conocía y que a pesar de no ser tan joven, tuvo la capacidad para trabajar muy bien y mejorar. Lo vi mucho más maduro y con actitud.