El campeón Francisco Vallejo lamenta que este deporte no despegue por la escasez de recursos. En España hay 26.000 licencias.
Que Garry Kasparov eligiese la ciudad de Linares para anunciar su retirada no fue una casualidad. El legendario ajedrecista quiso prestar con su gesto un último servicio al histórico torneo, al que siempre apoyó. Pero aquel momento cerraba inevitablemente una época: con su impulsor Luis Rentero fuera de escena y Kasparov retirado, el Wimbledon del Ajedrez sucumbió ante la crisis económica, celebrando su última edición en 2009.
Esta doble despedida dejaba un hueco difícil de llenar, pero el ajedrez español ha salido adelante y goza de buena salud, al menos en lo que se refiere a la base y a su uso como herramienta educativa. Como deporte de competición, la falta de recursos y de atención mediática son un lastre que se suple con talento. «Este año tenemos un récord de licencias, con 26.000», señala el presidente de la Federación Española, Javier Ochoa. Un dato muy significativo porque no es más que la punta del iceberg: por cada jugador que llega a federarse, hay muchos otros que han participado en torneos de base, competiciones escolares o son simples curiosos.
«Falta cierto relevo generacional en la base», indica el ocho veces campeón de España Miguel Illescas. Retirado de la competición desde hace dos años, el catalán se dedica ahora a dar conferencias, y edita y dirige la revista especializada Peón de Rey. «Hubo una gran masa que se aficionó con el Mundial de Sevilla de 1987 entre Kasparov y Karpov, y que luego mantuvo el interés gracias al prestigio de Linares. Ahora hay un público distinto que no ha vivido nada de esto. Pero la salud del ajedrez está fuera de duda, existe audiencia, e interés. Creo que los medios nacionales se han dado cuenta durante la cobertura del pasado Mundial».
Prueba de la recuperación es que el ajedrez español tiene un nuevo buque insignia, el torneo de Bilbao, que suma nueve ediciones y cada año atrae a las principales figuras: Carlsen ya ha participado en cuatro ediciones. El secreto de su éxito es una interesante combinación: Bilbao como destino de turismo cultural , utilización de la imagen del ajedrez, la estrategia y la toma de decisiones como vehículo para organizar misiones comerciales para captar patrocinios privados.
Francisco Vallejo (Menorca, 1982). El campeón mundial sub 18 es ahora, a sus 34 años, un jugador ya maduro, y asentado en la parte alta del ránking mundial. Ganador hace una semana del torneo Krulich Cup en Múnich, está en un momento dulce: su mejor clasificación, en 2011, le llevó al puesto 20º del mundo, pero ahora confía en superarla. «No es tan difícil. Estoy animado, jugando bien, y preparando un equipo de entrenadores para el año que viene».
Y es que frente a Vallejo se abre un desafío monumental: para 2017 se ha asegurado plaza en las dos competiciones -FIDE Grand Prix y la Copa del Mundo- que abren el camino al torneo de Candidatos, el que decidirá quién será el nuevo retador de Carlsen. «El problema es que en España nos falta cobertura mediática y sin eso es complicado conseguir recursos. Estoy midiéndome a rivales que tienen un fuerte apoyo financiero -estamos hablando de cantidades de seis cifras-, mientras que yo sólo recibo 1.900 euros del Gobierno Balear, más lo que paga la Federación Española por representarla en pruebas oficiales. Si en igualdad de condiciones ya sería difícil competir, con este hándicap es casi imposible», explica Vallejo.
Sabrina Vega (Las Palmas, 1987) ha sido dos veces campeona de España, ostenta el título de Gran Maestra y consiguió el pasado junio, en Rumanía, el mejor resultado de su carrera: subcampeona de Europa. Este resultado le ha permitido clasificarse, al igual que Vallejo, para disputar la Copa del Mundo, antesala del Mundial. Su nivel de juego aún no ha tocado techo. Y no le teme a nadie: en octubre, en Cap d’Adge, ganó a Anatoly Karpov quien, pese a estar prácticamente retirado, sigue siendo un rival durísimo.
Fuente: elmundo