El actor barcelonés Marc Clotet es el maestro del tablero en el juego de supervivencia que el cineasta Luis Oliveros relata en su película.
Marc Clotet es un campeón de ajedrez, Diego Padilla, que a raíz de su historia de amor se encuentra en la Francia ocupada en la Segunda Guerra Mundial y, sin comerlo ni beberlo, se convierte en víctima de la maldad y la traición. Se trata del protagonista de El jugador de ajedrez, el papel más importante en la carrera de Clotet hasta la fecha, según él mismo lo confirma a La Vanguardia. El personaje es sobre todo un superviviente que intenta controlar el tablero de su vida para no perecer en el juego.
El director del filme, Luis Oliveros, define a Diego Padilla como “un héroe que trata de salir adelante mediante la bondad”. El actor, por su parte, cree que Padilla ve su vida transformada en algo que asemeja mucho a una partida de ajedrez. En ella, su experiencia como estratega bajo la tesis de que “siempre hay otra jugada posible” y como último recurso “están las tablas” le dan las claves para sobrevivir.
Clotet tuvo que perder 10 kilos y aprender las actitudes y los gestos propios de los jugadores de ajedrez
Pero las tácticas de Padilla no son precisamente perversas. Se trata de “no perder las ganas de vivir”, con renuncia plena de la venganza. “Y sin dar un paso atrás ni para coger carrerilla”, añade Clotet.
El jugador cuenta con dos amigos, sucesivamente: primero, en España, Diego tiene a Javier Sánchez, un joven comprometido con la República encarnado por Alejo Saura, que lo ve como “un peón que sabe que va a caer pero entiende que su caída y la de otros es necesaria para aspirar a ganar la partida”; después, ya en Francia y dentro de la prisión donde encierran al ajedrecista, está Pablo, de quien su intérprete, Andrés Gertrudix, subraya la capacidad de “no perderle la cara a la vida” y dar calor a un compañero de desgracia pese a la certeza de un pronto final.
En cuanto al amor de Diego, la periodista francesa Marianne Latour, la actriz que la representa, Melina Matthews, destaca el modo en que el nacimiento de su hija determina su actitud y adaptación a las circunstancias. Actores y director destacan por otro lado las similitudes que el contexto político y económico de la Segunda Guerra Mundial tiene con las actuales. “¡Claro que el horror puede volver!”, coinciden.
Marc Clotet tuvo que perder 10 kilos y aprender las actitudes y los gestos propios de los jugadores de ajedrez para poder ejecutar su papel con credibilidad. A Matthews, por su parte, le costó especialmente adoptar el acento francés hablando en castellano, así como la forma de caminar característica de las mujeres de su edad en aquellos años.
‘Pieles’, la propuesta más arriesgada del festival
El jugador de ajedrez compitió este viernes con el primer largometraje del actor Eduardo Casanueva, Pieles, producida por Álex de la Iglesia. Y compitió no sólo dentro del concurso de la sección oficial del Festival de Málaga, sino en la paralela carrera por la atención de los medios. Diferente e inclasificable, Pieles relata diversas historias cruzadas que tienen como aspecto común la deformidad física de los protagonistas. Es la propuesta más arriesgada de esta cita del cine español y latinoamericano.
Pese a las apariencias, su realizador no la considera pesimista, sobre todo porque en ella sobresale “la búsqueda de la felicidad”, aduce. “La gente quiere ver cosas nuevas que le permitan ver el mundo de otra forma”, dice Casanueva a este diario al tratar de explicar el ruido que esta mañana su filme hizo a la hora de las presentaciones de los filmes a los periodistas que siguen el Festival, ya en sus últimas horas antes de que mañana sábado se conozca el palmarés de los premios.
Fuente: lavanguardia
