«La verdad es que no me gusta cuando pierdo, pero sí que aprendo de mis errores después de la partida. Me enfado un poco, pero al final se me pasa» Valentina Plamenova quedó 5º de Europa sub-18 en 2016.
Marta García, Subcampeona de Europa en 2016 decía :»Para mí, perder significa que primero me enfado conmigo misma porque sé que lo podía haber hecho mejor y, luego, reviso bien donde me he equivocado para mejorarlo y que no pase otra vez. Creo que eso es lo más importante de hacer para seguir adelante». Paco Vallejo, actual campeón de España y campeón del mundo sub-18 en 2000. «Te diría que es algo que uno va aprendiendo a manejar con los años, aunque es muy difícil eliminar totalmente el sentimiento de decepción. Algunos jugadores han llegado a un dominio casi ideal de esas situaciones. De los que conozco más de cerca, Topalov impresiona».
Cuando se firma una derrota en el ajedrez se produce, inevitablemente, un pequeño rasguño en el corazón, hiere y produce un dolor particular, único, que sólo quien juega al ajedrez lo puede llegar a sentir. Es un dolor de autovalía, de autoexigencia, de autodesprecio…luego, al final, el rasguño cicatriza y el corazón vuelve a latir.
Aprender a perder es igual de importante como aprender a ganar. Se necesita fracasar una y otra vez para conocer los propios límites, hacernos fuertes, superarnos, crecer y poder dar un paso firme para acercarnos a nuestro objetivo. Son numerosos los ejemplos de gente exitosa que necesitaron armarse de paciencia y trabajo hasta que sus esfuerzos se vieron recompensados como es el caso de J.K. Rowling, autora de Harry Potter, rechazada por muchas editoriales antes de la publicación del primer libro.
Elizabeth Spiegel es profesora de ajedrez en una escuela de secundaria de clase baja en Brooklyn, en Nueva York. Ella es única. Admiro su filosofía de vida y la forma que tiene de tratar y enseñar este deporte. Es ella la artífice de que un modesto colegio de barriada haya subido a la élite del ajedrez escolar en EEUU. Para ella el aprendizaje de la derrota es fundamental para el crecimiento de los jugadores tanto para el propio juego como para su vida:
«Muy rara vez los niños tienen en su vida la experiencia de perder cuando tienen todo bajo su control; Pero cuando pierden una partida de ajedrez, saben que no tienen a quien culpar sino a sí mismos. Tenían todo lo que necesitaban para ganar, y perdieron. Si eso te sucede una vez, normalmente puedes encontrar alguna excusa, o simplemente nunca volver a pensar en ello de nuevo. Pero cuando es parte de tu vida, cuando te sucede cada fin de semana, tienes que encontrar una manera de superar tus errores. Trato de enseñarles a mis estudiantes que perder es algo que hacen, no algo que son».
Su metodología de trabajo se centra en el estudio del error. Para ella cada alumno es único, con su propio estilo de juego, con sus puntos fuertes pero también con sus propios fallos ¿Cuál es la razón de que pierda una partida de ajedrez?. Para comenzar esta forma de aprendizaje es necesario adentrarse y buscar las razones últimas del porqué de la derrota entendiendo cuáles son las particularidades y dificultades qué se cruzan en el camino hacia la victoria, es decir, buscar soluciones a los problemas concretos.
«Spiegel llevó a sus jugadores a un torneo de fin de semana y comenzó a darse cuenta de que muchos de ellos se colgaban las piezas en pocas jugadas, es decir, que estaban dejando sus piezas sin defensa, lo que lo convirtió en su principal objetivo. Al lunes siguiente, ella organizó la temática de clase sobre cómo no colgarse las piezas, reconstruyendo los fallos que habían cometido los estudiantes en el mural de la clase. Una y otra vez repasaba las jugadas de sus alumnos, tanto individualmente como en grupo, analizando exactamente dónde se había equivocado un jugador, qué podría haber hecho de manera diferente, qué hubiera podido suceder si hubiera hecho el mejor movimiento y jugando de nuevo esas posiciones».
Esta entrenadora de ajedrez es muy dura con sus alumnos en el aprendizaje del fallo, algo que hay que acompañar con algunos consejos como estos.
Alejarse de las autocríticas. Aprender a relativizar la derrota no extendiendo el sentimiento de poca valía a otros ámbitos de la vida. Perder una partida significa fallar simplemente en ese preciso momento, y no conlleva «ser malos jugadores, no valer para nada más…».
No tener miedo a perder. Eliminar de la cabeza el perfeccionismo, nadie está a salvo de la derrota, por ello, cuanto antes se comience a ser consciente de que existen más resultados que la victoria estaremos en buena disposición de aprovechar el aprendizaje de las derrotas.
Responsabilizarse de la derrota. No buscar excusas externas que justifiquen el fallo, eres tú el que ha perdido la partida.
Vivir todo el proceso emocional. Hay que experimentar todas las fases de «duelo» que se producen cuando se pierde una partida. Es normal que en un primer momento se sienta una gran ira, rabia hacia uno mismo y, en ocasiones incluso, hacia el rival. Después estas emociones dejan paso a un estado de tristeza, de desánimo. Pero el sol siempre vuelve a salir, y es en este momento donde debemos relativizar la derrota y levantarnos para poder competir al 100% en la siguiente partida. Negar sentimientos de tristeza o enfado hace que nos engañemos a nosotros mismos. Y, sí, aprender de los errores.
Tan importante como centrarse en la derrota es también aprovechar el momento de la victoria para aprender y reforzar aquellas cosas que se hacen bien. Spiegel afirma que «Ganar es útil educativamente por dos razones: una es que los niños están menos molestos emocionalmente cuando han ganado, por lo que están más dispuestos a aceptar que cometieron errores. A veces, cuando se pierde, simplemente uno no quiere enfrentarse a la derrota. Trato de conectar su victoria con algo que quiero que hagan, y luego espero que asocien el ganar con ese comportamiento que he alentado».
O sea, como decía Kipling en «Si»: «..si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso y tratar a estos dos impostores de la misma manera….»
Fuente: elmundo