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Numerosos estudios concluyen que los alumnos que juegan al ajedrez mejoran en matemáticas

Pedro M. Vicente Miñarro es Director de Ajedrez con Cabeza y Monitor nacional base de la Federación Española de Ajedrez (FEDA)

Entrevista a Pedro M. Vicente Miñarro es Director de Ajedrez con Cabeza.

El ajedrez es un juego con cientos de años detrás que no conoce límites de edad, sexo, religión, fronteras…es un forma de aprender a pensar, a tomar decisiones estratégicas, a calcular y es una inmejorable fórmula para pasar tiempo de calidad con nuestros hijos. Todo esto lo saben muy bien en Ajedrez con cabeza, un club-escuela ubicado en madrid y su director, Pedro M. Vicente Miñarro, lo explica en esta entrevista.

¿Me cuenta un poco de historia de este apasionante juego?

Es fascinante, el ajedrez ha ido de la mano de las grandes civilizaciones y acontecimientos históricos de la Humanidad. La versión más difundida y aceptada (pues hay otras teorías) es que tuvo su origen en la zona de la India, alrededor del siglo siglo VI d.C. Desde allí, se extendió a Persia, que como comerciantes que eran, con contactos con otros territorios, hace que se expanda por las rutas de oriente a occidente. Son los musulmanes los que lo introducen en España durante la conquista de la península ibérica en el s. VIII, jugado en un inicio por las clases altas, pero poco a poco se extiende a todo el pueblo. En España deberíamos estar orgullosos y dar más publicidad a la historia del ajedrez, pues nuestro país una pieza clave, es el origen del ajedrez actual que se juega en todo el mundo. España es indispensable para entender el ajedrez moderno: en el siglo XV los españoles incorporan a la dama (antes no había ninguna figura femenina) y además, esta pieza se convierte en la más fuerte del tablero, añadiendo todos los movimientos que puede hacer ahora. Y esto es una revolución en el ajedrez. España es la que lleva el ajedrez a América, a Flandes, territorios de Italia, etc (los mejores jugadores de aquella época eran españoles e italianos).

Y el ajedrez ha transcurrido paralelamente con la Historia, ha estado presente en acontecimientos históricos como la Revolución Francesa, la Guerra Fría, la revolución tecnológica…

¿Qué tiene para que se siga jugando siglos después de su invención?

Es un juego infinito. Por más veces que juegues, que te acerques, siempre aprendes algo, supone un reto personal continuo. Y es que además de ser divertido, es un juego que se puede jugar en todo el mundo, con cualquier persona, independientemente de la diferencia de idioma, condición social, edad.. y casi en cualquier lugar: en un parque, en la playa, en casa…Y lo que es más, es el único deporte que en la actualidad se puede jugar a través de internet, el ajedrez se ha adaptado perfectamente a las nuevas tecnologías. A cualquier hora puedes jugar al ajedrez con alguien que esté en la otra punta del mundo.

¿A partir de qué edad se puede empezar a jugar?

En nuestra escuela tenemos alumnos desde los 3 años hasta los 90 años… A los 3-4 años, lo que hacemos es que se familiaricen con las piezas y el tablero, utilizando la psicomotricidad, canciones, bailes, etc… Si nos referimos a jugar una partida, en cuanto se conozca la disposición de las piezas, sus movimientos y las reglas básicas, ya se puede jugar sin ningún problema. Lo harás mal o regular, no se trata de jugar como Kasparov, sino de sentarse frente a otra persona y disfrutar jugando al ajedrez. Y como hemos mencionado, el ajedrez es totalmente intergeneracional. Siempre digo que nos seguimos emocionando cuando, por ejemplo, vemos en la escuela a un niño de 6 años jugando ajedrez contra una persona de 85 años, disfrutando ambos del mismo juego.

¿Qué valores aporta?

Podríamos hablar de múltiples valores y beneficios que aporta su práctica: el respeto, la responsabilidad, la humildad, la disciplina, la autoestima, la creatividad, la paciencia, el autocontrol, la empatía, la capacidad de cálculo, la autocrítica, el afán de superación, la normalización del error, el aprendizaje ilimitado…

Nos parece muy importante la capacidad que proporciona para pararse a pensar antes de hacer algo. Ser impulsivo e irreflexivo no vale para nada. Es de las primeras cosas que se aprenden “Pieza tocada, pieza jugada”, que viene a decir, “Piensa antes de hacer nada, porque una vez lo hayas hecho, tus actos tienen consecuencias”. El ajedrez te enseña a detenerte un momento, a pensar, a valorar las ventajas e inconvenientes de una determinada decisión. Y al hilo de esto, destacaría un segundo beneficio: la necesidad de decidir continuamente. No puedes delegar la decisión en otro, ni tirar un dado y echarlo a suertes. De entre las múltiples opciones que tienes, debes tomar una decisión, para lo bueno y para lo malo. Y de esa decisión, como tercer beneficio relacionado, te tienes que responsabilizar tú y solamente tú. Es personal e intransferible. Las personas que aprenden ajedrez (y digo personas, no sólo niños) aprenden también a responsabilizarse de sus decisiones y de las consecuencias que han provocado, a asumir las decisiones que uno ha tomado, tanto las erróneas como las acertadas.

¿Nos podríamos imaginar una sociedad en la que los políticos, por ejemplo, da igual al partido que pertenezcan, hayan interiorizado los valores del ajedrez, se paren a pensar antes de decidir algo y que luego asuman la responsabilidad y las consecuencias de sus decisiones y de los actos que han tomado? ¿O que empaticen con el rival? ¿Qué asuman los errores como propios? ¿O que aplaudan una buena jugada y decisión de un contrario? Sería magnífico.

¿Qué relación tiene con las matemáticas?

Muchísima. De hecho, hay una leyenda preciosa sobre el origen del ajedrez, relacionada con las matemáticas que contamos en nuestras primeras clases: un rey quiso regalar al inventor del ajedez lo que éste le pidiese. El inventor sólo pidió una cosa: “Me gustaría tener la cantidad resultante de trigo en la última casilla del tablero de ajedrez, tras poner 1 grano de trigo en la primera casilla, 2 en la segunda, 4 en la tercera, 8 en la cuarta, y así sucesivamente hasta la casilla 64”. El rey pensó que lo que le pedía era muy poco, pero cuando los matemáticos de la Corte, tras días y días de cálculos, resolvieron que la cantidad final era de 18.446.073.709.551.616 granos de trigo, el rey se dio cuenta que pagar la recompensa era totalmente imposible…. (serían necesarias las cosechas mundiales de trigo actuales de más de 1.000 años o si dispusiésemos verticalmente el trigo, ya en la casilla 46, el trigo llegaría hasta la luna…

La relación con las matemáticas es enorme: por ejemplo, con el movimiento de las piezas y determinadas reglas se puede aprender geometría. Aritmética y álgebra cuando se debe tomar una decisión de capturar una determinada pieza o la evaluación de una posición. Coordenadas alfanuméricas. Resolución de problemas (comprensión, evaluación y ejecución), etc..

Es más, hay numerosos estudios que concluyen que los alumnos que juegan al ajedrez mejoran en matemáticas. Por ejemplo, en la Universidad de Trier (Alemania), se realizó un estudio en el que los alumnos de una clase cambiaron una hora semanal de matemáticas por ajedrez (tanto jugando como ajedrez relacionándolo con matemáticas), mientras que otro grupo solo recibía matemáticas. Durante los cuatro cursos que duró el estudio, el grupo con la hora de ajedrez en vez de matemáticas obtuvo mejores resultados en matemáticas que los alumnos que sólo estudiaban matemáticas.

Pero el ajedrez no solo mejora el razonamiento lógico-matemático. Está comprobado también que influye positivamente en la comprensión lectora (precisamente en dos disciplinas, matemáticas y comprensión lectora, que el informe PISA indica que se deben mejorar en España). Y por eso, en Ajedrez con cabeza la utilizamos como herramienta transversal en otras áreas aparte de las matemáticas, como en el lenguaje, en las Ciencias Sociales, en Historia del Arte, en educación en valores, en Historia, etc

¿No teme que salgan grupos hablando de que no haya igualdad de género por aquello del rey y la reina? (esta pregunta va con ironía)

¡¡Ja, ja, ja!! No, cada pieza tiene su valor y su papel sobre el tablero, no se entiende una pieza sin la otra. El ajedrez iguala, ante un tablero se puede sentar un hombre y una mujer, un niño frente a una niña… En igualdad de condiciones.

Sí que hay cierta controversia por el hecho de que hay muy pocas mujeres en el ránking absoluto, que puede obedecer más a razones históricas y sociales, pero estamos seguros que cada vez habrá más ajedrecistas mujeres en la élite luchando por ser campeonas del mundo. De hecho, en los torneos infantiles actuales casi no hay diferencia de participación por sexos y cada vez es menos extraño ver que una niña levanta el trofeo como primera clasificada en una competición por delante de muchos niños.

¿Qué valores aporta a la familia jugar al ajedrez?

Muchísimos. Es un lenguaje común, permite compartir tiempo de calidad entre padres e hijos o entre abuelos y nietos: frente a las diferencias en las formas de expresión y de relación entre las diferentes edades, en la niñez, adolescencia, edad adulta o tercera edad, representa entre todas ellas un vehículo común de comunicación y de intercambio de información, en un plano de absoluta igualdad, donde la capacidad de abstracción, la imaginación y la creatividad, son elementos comunes y compartidos, por ejemplo, entre una abuela y una nieta.

Al establecerse una relación en ese plano de igualdad, se trasmiten los principios de respeto, consideración y tolerancia hacia la otra persona. Cualquiera que está sentado frente a un tablero puede ser capaz de enseñar y de aprender algo en algún momento. Muchos de nosotros aprendimos a jugar porque nuestros padres o abuelos nos enseñaron. Pero estamos viendo que con la introducción cada vez mayor del ajedrez en los colegios, ahora son muchos los niños que están enseñando a jugar a sus padres y abuelos. Y esto es maravilloso desde el punto de vista de las relaciones familiares.

Personalmente, me emociona observar a mi hijo de 8 años jugando con su abuela o cuando veo acercarse a mi hija de 13 años, (muy) preadolescente, con un tablero de ajedrez, preguntándome “¿Papá, juegas una partida?”, sabiendo que, con el ajedrez como excusa, vamos a compartir tiempo y ocio de calidad juntos, vamos a conversar, me va a contar sus preocupaciones y alegrías y voy a escucharla y a establecer un diálogo, mientras vamos moviendo nuestras piezas.

Como decimos siempre que tenemos ocasión, en Ajedrez con cabeza pretendemos acercar el ajedrez a cualquier tipo de persona. En la película Rataouille, el chef Gusteau decía “Cualquiera puede cocinar”, pues en Ajedrez con cabeza decimos “Cualquier persona puede aprender y jugar al ajedrez”. Queremos desmitificar su dificultad, demostrar que uno se puede divertir y disfrutar con el ajedrez, sin importar la edad o el nivel que se tenga. El ajedrez es un juego, nunca debemos olvidarlo. Y hacemos mucho hincapié en su vertiente educativa y lúdica. Hay personas a las que les gusta competir y otras a las que no. Y el ajedrez es tan maravilloso, que está ahí para todos.

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