Todos los días llegan aficionados de diversos distritos de Lima para disputar partidas de ajedrez. Tanto ajedrecistas como espectadores disfrutan de los encuentros.
En los alrededores de la plaza Francia, algunos aficionados aún recuerdan el día en que un fiscal de turno desafió a un contador público para batirse sobre las 64 casillas. Era 2002 y el gusto por el ajedrez mantenía sus ímpetus en este bastión del deporte ciencia, en el corazón de Lima.
El contador aceptó sin titubear, como hacía siempre. Frente a frente, los dos contrincantes comenzaron la pelea al caer la tarde y solo la culminaron 72 horas después, en dignísimas tablas que el público -agotado física e intelectualmente- acompañó con suspiros de alivio.
Hoy, una vez más, dos miradas se cruzan desde ambos lados de un tablero gastado. Transcurre un minuto de espera, ahora dos y, luego, tres. El ajedrecista de las fichas blancas se anima a mover un alfil en una diagonal profunda, certera, que desencadenará un jaque. Amenazado, el turno es ahora del jugador de las piezas negras. El ajedrez, el deporte intelectual por excelencia, requiere de estrategia y, sobre todo, paciencia.
Pasión popular
La plaza Francia es el centro habitual de práctica y cantera de nuevas promesas de este arcano pero exitoso deporte en nuestro país. Allí, ubicado en el jirón Camaná, frente a la iglesia de La Recoleta, entre librerías y anticuarios, el club Fortaleza funciona en la planta superior de una vieja casona.
Hasta allí, todos los días llegan aficionados de diversos distritos de Lima para vivir, como propias, breves o prolongadas partidas. Con apuestas o no, tanto ajedrecistas como espectadores disfrutan de los encuentros.
“Esta práctica es más popular de lo que se cree”, comenta Moisés Fuentes, maestro FIDE, expreparador de ajedrecistas en el Instituto Peruano del Deporte (IPD) y visitante asiduo del club. “Aquí viene gente de condición sociocultural heterogénea: médicos, ingenieros y abogados, pero también el zapatero, el artesano, el ambulante y hasta el cobrador de micro”.
Fortaleza funciona en el jirón Camaná desde hace seis años y, a decir de sus concurrentes, es la cúspide simbólica de una tradición ajedrecística de más de dos décadas en la plaza Francia. De esta tradición son herederos los destacados jugadores nacionales Filemón Cruz, Marco Pacheco, los hermanos Deysi y Jorge Cori, Emilio Córdoba, Ingrid Aliaga y Ann Chumpitaz, por citar solo algunos nombres.
El club nació del reordenamiento urbano del Centro Histórico. El ajedrez callejero, que se cobijaba bajo toldos descoloridos en la vía pública, buscó un recinto fijo para fundar una gran familia de ‘franceses’. “Y lo bautizamos como Fortaleza porque es un término que representa la energía del ser humano para realizar sus proyectos”, comenta Pedro Gonzales, director del club.
Desde entonces, este segundo piso ha sido testigo de miles de batallas, desde las más cortas en la modalidad blitz, cuya duración ronda los quince minutos, hasta las más extensas, que ya son anecdóticas, como la del fiscal y el contador. “Es que el ajedrez entretiene”, sentencia Gonzales, con perspicaz sonrisa.
Puertas abiertas
Cada mediodía, Fortaleza abre sus puertas a toda la familia del ajedrez local. Para el maestro Fuentes, este un “ambiente muy modesto en apariencia, pero bastante enriquecedor por su aporte al deporte ciencia”. El club es, en resumen, un salón con 18 tableros y una amplia gama de libros para el aprendizaje ajedrecístico, algunos escritos por campeones mundiales, como los soviéticos Mijaíl Botvínnik, Anatoli Kárpov y Gary Kaspárov.
En el club se organizan torneos los lunes y jueves. La inscripción cuesta 15 nuevos soles por participante, dinero que se utiliza para mantener con vida este ‘servicio cultural’. “Nos visitan muchos ajedrecistas peruanos destacados; y del ámbito internacional, recibimos hace dos años la visita del campeón cubano Leinier Domínguez, pero aún no tenemos el honor de que nos visite el gran maestro internacional Julio Granda, que vive en España”, comenta Gonzales.
Noches de torneo
Esta tarde las mesas están repletas. Se vive un ambiente de algarabía en medio de silbidos, conversaciones en voz alta y el tarareo de canciones de moda. Algunas de las piezas capturadas ruedan sobre el tablero y caen al piso sin que nadie las recoja.
El lunes de esta visita, Haziel Cumpa, de 7 años de edad, es el único niño en el club. La mayoría de los menores que frecuentan el lugar está en Brasil, disputando un torneo internacional. Haziel resultó campeón metropolitano de ajedrez hace unos cuantos días y está de visita por solo unos minutos, los que aprovecha para mostrar su pequeño trofeo con una sonrisa nerviosa. Un aficionado le enseña técnicas de apertura y finales a peón limpio, y lo alienta para que siga adelante, con frases de libro de autoayuda: “¡Vamos, Fisher!” y “¡Tú decides!”.
Michelle Palacios, su madre, cuenta que el gusto de Haziel por el ajedrez nació como una ‘terapia’ para su hiperactividad. El pequeño sabe poco de tratamientos; de lo que sí está seguro es que sueña con ser un campeón mundial, como Jorge Cori.
El torneo de hoy empieza cerca de las 8:30 de la noche con 17 competidores, entre ellos el reconocido compositor Miguel Laura. Se exige total silencio; el murmullo se desvanece y comienzan las partidas. Los ajedrecistas se concentran, cada uno parece una copia del personaje en el cuadro que adorna la pared central: el cubano José Raúl Capablanca, el único hispanohablante que ha llegado a campeón mundial en la categoría absoluta.
Ronda tras ronda, los botones de los cronómetros son presionados a toda velocidad. La lucha es intensa en los primeros momentos. Muchos espectadores rodean la mesa donde juega Marco Pacheco, maestro internacional, aunque esta noche, sorpresivamente, él debe resignarse con el segundo lugar, tras dos horas de competencia.
Gambito y mate
Para Pedro Gonzales, las claves para ganar en el ajedrez son la preparación y el estado anímico, además de manejar los conceptos de estrategia y táctica. “Hay que saber organizar el juego: gana el que menos se equivoca”.
Carlos Casaverde, un aficionado conocido en el club como ‘El historiador del ajedrez peruano’, explica que los beneficios de jugar ajedrez van desde aprender a razonar con pausa, hasta la toma acertada de decisiones y la búsqueda de objetivos. Respecto al futuro del ajedrez nacional, considera que existe buena preparación y soporte para su desarrollo. Los más optimistas se animan a llamar al Perú ‘la nueva Rusia’ del ajedrez.
“La prensa mucho resalta al vóley como el deporte más exitoso en el Perú; sin embargo, las disciplinas realmente más exitosas son la vela y el ajedrez. Este último siempre trae medallas cada vez que compite afuera”, señala orgulloso el maestro Fuentes, seguro de que, con un mejor presupuesto -y como resultado de un gambito calculado al milímetro-, el ajedrez peruano podría pasar de peón a rey (Por Arnold Piedra Sosaya).
Fuente: rpp