Sabrina Vega: «El ajedrez debería de estar presente en los colegios»
Es la mejor ajedrecista española del momento y la actual subcampeona de Europa. Tiene 29 años, nació en Las Palmas de Gran Canaria y es licenciada en Derecho.
Es la mejor ajedrecista española del momento y la actual subcampeona de Europa. Sabrina Vega empezó a jugar al ajedrez con solo 8 años y ahora, con 29 y el título de Maestro Internacional en el bolsillo, se dedica profesionalmente a su gran pasión.
No parece fácil vivir de los tableros en España…
No, no lo es. Afortunadamente ahora mismo vivo un momento álgido en mi carrera porque los jugadores vamos por rachas y la mía buena está durando bastante. Los resultados llegan y se me abren puertas para ir a grandes torneos, eso me permite centrarme exclusivamente en el ajedrez, que es mi gran pasión desde los ocho años. Tengo que aprovecharlo.
¿Cuántas horas dedica al día al ajedrez?
Desde el europeo de mayo solo he estado dos semanas en casa porque he ido de torneo en torneo y ahí tienes que medir mucho las energías porque hay mucha tensión y desgaste, pero no puedes estudiar. Eso lo haces cuando no tienes torneos. Entonces admito que mis jornadas de estudio son muy largas. Aunque recomiendan no pasar de jornadas de estudio de 8 horas porque los expertos dicen que a partir de ese momento ya no eres productivo, la verdad es que suelo superarlas siempre que puedo. Tengo bastante aguante y estudiar siempre se me ha dado bien. Además, ¡el tiempo vuela cuando estás inmerso en algo que te gusta!
¿Y su cerebro, cuando descansa?
Bueno, siempre me reservo una horita para la siesta y luego descanso por las noches cuando duermo (risas). También hago ejercicio físico dos o tres días a la semana porque es fundamental para depurar bien la mente.
¿El ajedrez debería de ser una asignatura en los colegios?
No sé si una asignatura, pero sí debería de estar presente como herramienta educativa porque es muy útil para los niños. Fomenta la memoria, la concentración, el espíritu de superación o la toma de decisiones, algo que les ayudará a resolver las situaciones complejas y los problemas que se les presentarán en la vida. También tiene mucha relación con las matemáticas porque el cálculo de variables es muy importante.
En algunos países el ajedrez está mucho más presente en el día a día…
Sí, sobre todo en países de la ex-Unión Soviética. En algunos el ajedrez es el deporte rey y en todas las casas tienen un tablero, todas las familias saben jugar. Los abuelos les enseñan a sus hijos y a sus nietos… En Azerbayán, donde se celebró la última Olimpiada, a los ajedrecistas ¡nos paraban por la calle para pedirnos autógrafos!
¿Cómo podría enganchar más al gran público en España?
El ajedrez se vende por sí solo, solo hace falta que la gente se acerque un poco más. Casi todos los que se acercan a este mundo, se quedan porque es un mundo apasionante. Cada partida es una historia diferente, es como una novela que tú escribes, siempre con un factor de intriga porque hasta el final no sabes cómo van a evolucionar los acontecimientos.
Magnus Carlsen ha hecho mucho por el ajedrez, ha innovado y abierto nuevas líneas de juego
¿El ajedrez es un juego ilimitado? ¿Todavía hay terreno para la innovación?
En los primeros movimientos, las aperturas, los caminos están más trillados, los ordenadores y los módulos de análisis ayudan mucho a precisar cómo se puede explotar cada variante. Hay líneas muy trilladas y si haces un buen trabajo de memorización y retención hay poco que descubrir, pero el ajedrez tiene mucho más recorrido. Todavía quedan líneas bastante vírgenes y siempre hay algún matiz que puedes introducir en cada apertura. En este sentido, el campeón mundial actual, el noruego Magnus Carlsen, ha hecho mucho por el ajedrez porque hasta que llegó llevábamos mucho tiempo que en la élite se veían siempre las mismas líneas de juego y muchas partidas terminaban en tablas. Nadie se salía de esas líneas porque objetivamente eran las más correctas, nadie quería asumir riesgos. Carlsen, sin embargo, juega cualquier cosa y se nota que es indiscutiblemente el mejor jugador del mundo. Ha innovado en el ajedrez, ha abierto líneas y ha demostrado que aún hay mucho recorrido.
¿Es necesario que haya torneos femeninos exclusivos?
Casi todos los torneos importantes son mixtos y me parece bien porque un jugador y una jugadora son iguales, y el ajedrez es único. Las chicas no podemos acomodarnos y decir ‘soy la número 1 femenina’ y ya está. Tenemos que luchar por el ranking general. Lo que pasa es que hoy por hoy el nivel general de las chicas no es tan alto y siguen siendo necesarios algunos torneos femeninos, como las Olimpiadas, para darnos visibilidad. Es una cuestión de tiempo que el nivel entre hombres y mujeres se equipare. Ahora aún estamos por detrás por una simple cuestión de probabilidad porque, aunque cada vez jugamos más mujeres, seguimos siendo una minoría clara.
Muchas jugadoras tienen que elegir entre su moralidad y su oportunidad profesional, no es fácil.
Aunque España no tendrá representación, ¿qué opina sobre la obligación de jugar con hiyab que deberán asumir las ajedrecistas en el próximo Mundial de Irán?
Creo que el debate que se ha generado es bueno, pero es un tema complicado porque hay jugadoras que tienen que decidir entre su moralidad y su oportunidad profesional, eso no es fácil. Las que han decidido no ir están en su derecho porque no aceptan esas medidas de sumisión y discriminación hacia la mujer. Por otro lado, Irán está apoyando mucho el ajedrez femenino y las ajedrecistas iraníes nos piden que por favor vayamos porque creen que nuestra presencia allí puede ayudarles a luchar por sus derechos.
¿El velo puede perjudicar la concentración de las jugadoras?
No es cómodo, pero más que por el hecho de llevarlo en sí, porque no te lo puedes quitar. Yo si llevo una chaqueta y tengo calor, me la quito, pero el velo no puedes. Cuando te obligan a llevar algo, no puedes ser natural y eso sí te puede perjudicar en tu concentración. De hecho, a las jugadoras que vayan les recomendaría entrenarse un poco antes con el velo para que no les resulte una prenda extraña si se lo ponen allí por primera vez.