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España.- Lorca y el Romance del ajedrez

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La villa murciana de Lorca contiene uno de los romances españoles más conocidos relacionados con el ajedrez, el Romance de Fajardo también conocido como Romance del Ajedrez o del juego de ajedrez.

Cuenta la leyenda que Alonso Fajardo ‘El Bravo’, alcaide de Lorca, y el sultán o rey de Almería, quien fue efímeramente rey de Granada, Mulay Boabdelín, se jugaron en una partida de ajedrez las ciudades de Lorca y Almería. Es el conocido como Romance de Fajardo que luego Lope de Vega (1562-1635) popularizó en una de sus comedias.

El texto antiguo, fue recreado por Lope de Vega, en la tercera jornada de su comedia fronteriza ‘El primer Fajardo’, creada entre 1610 y 1612, pone en acción la partida de ajedrez entre el sultán y Fajardo, dándola mayor realce al hacer que dos músicos canten al mismo tiempo los versos del romance:

Jugando estaba el rey moro y aun al ajedrez un día
con aquese buen Fajardo, con amor que le tenía.
Fajardo jugaba a Lorca y el rey moro Almería.
Xaque le dio con el roque, el alférez le prendía.
A grandes voces le dice el moro: “¡La villa de Lorca es mía!”
Allí hablara Fajardo, bien oiréis lo que decía:
“Calles, calles, señor rey, no tomes la tal porfía,
que aunque tú me la ganases ella no se te daría:
caballeros tengo dentro que te la defenderían”.
Allí hablara el rey moro, bien oiréis lo que decía:
“No juguemos más, Fajardo, ni tengamos más porfía,
que sois vós tan buen caballero que todo el mundo os temía”.

Los dos contendientes vivieron realmente aunque la leyenda se mezcla con la historia y así se sitúa la partida, según unas fuentes en 1453 y otros historiadores citan el 1457. Hasta su resultado no está claro, mientras la leyenda popular afirma que perdió Fajardo, debido al jaque que acompaña al dicho: “¡La villa de Lorca es mía!”, otros apuntan que terminó en tablas por la frase, “No juguemos más, Fajardo, ni tengamos más porfía”, lo que abogaría por un entendimiento en las guerras.

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En cuanto a los datos reales de los contendientes, el sultán Abū `Abd Allāh Muhammad az-Zaghall de Granada, llamado por los castellanos El Zagal (del árabe, shajae, el valiente) fue emir de Granada de 1485 a 1486 con el nombre de Mohamed XIII y sultán de Almería hasta 1489 cuando capituló la ciudad. Fue el penúltimo rey de la dinastía nazarí y en 1491 volvió a Marruecos donde fue encarcelado por el sultán watásida de Fez, Abu Abd Al·lah al-Sheikh Muhámmad ibn Yahya, quien ordenó que le cegasen los ojos.

Respecto a Alonso Fajardo, alcaide de Lorca, era apodado por unos ‘el Bravo’ y por otros ‘el Malo’ –algunos lo consideraban un traidor-; ubicado en una de las zonas más peligrosas, había acometido empresas singulares, como la victoria obtenida en los Alporchones, el 7 de marzo de 1452, tras lograr aunar las huestes cristianas, separadas como consecuencia de las conflictos que asolaban Castilla en los últimos años del reinado de Juan II (1405-1454).

También es recordado por una carta que envió al sucesor de Juan II, el rey de Castilla, Enrique IV (1425-1474), mientras se encontraba sitiado en la fortaleza de Lorca por las tropas reales, ya que se le acusaba de querer entregar la villa de Lorca al reino nazarí en el conflicto de poder existente: Así, se le adjudica la frase “soez cosa es un clavo, y por él se pierde una herradura, y por la herradura un caballo, y por un caballo un caballero, y por un caballero una hueste, y por una hueste una ciudad o un reino”. La fecha de 1461 es la que se baraja como la de su fallecimiento.

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Hay que recordar que Lorca fue una ciudad fronteriza, punta de lanza del cristiano reino de Murcia (que pertenecía a la corona castellana) frente al reino nazarí de Granada. Así, Lorca fue base de partida para incursiones a territorio enemigo. Será la citada batalla de Los Alporchones la que, por un lado, dé fin a los enfrentamientos en la frontera de la zona murciana en el reinado de Juan II, (quien en 1442 concedió a Lorca el título de noble ciudad), y por otro, los Reyes Católicos, para conmemorarla, concederían a Lorca, en 1488, las villas de Huércal y Overa –localidad hoy almeriense que no se independizó como villa propia hasta 1668-.

El llamado ‘Romance de Ajedrez o de Fajardo’, se propagó en la segunda mitad del siglo XV y fue rescatado por Lope de Vega en una de sus comedias, reivindica la figura del alcaide Fajardo, un noble, que, todo sea dicho, tenía buena amistad con los alcaides del otro lado de la frontera, lo que le valió el citado apodo de ‘El Malo’, de ahí que se dispute al ajedrez su ciudad a cambio de otra enemiga.

La leyenda de una partida de ajedrez no es la primera vez que se aborda en la conquista entre cristianos y musulmanes en la entonces España medieval. Siglos antes, Ibn Ammar de Silves o Abenamar (1031-1086), favorito de Al-Mu‘tamid, derrotó al rey castellano Alfonso VI (1040-1109) en una partida de ajedrez por la ciudad de Sevilla. Habría que recordar que el ajedrez fue introducido en la Península Ibérica básicamente de la mano del cantor persa Ziryab (789-857), procedente de Bagdad y quien recaló en Córdoba.

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Lorca ha recreado la partida en un ajedrez viviente pero eso sí, como no se dispone de los datos exactos ni ningún vestigio del histórico duelo de la leyenda se ha reproducido otras más recientes y conocidas.

Fuente: periodistas

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