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El ajedrez argentino tiene otro Sandro de América

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Mareco volvió a mostrar su nivel al ganar el festival internacional de ajedrez Zmetan-Giardelli frente a figuras de todo el continente. Su rutina para mantenerse entre los mejores.

El gran maestro argentino Sandro Mareco, vecino de Hurlingham y de 31 años, cerró su temporada ajedrecística con otra labor espectacular; tras intensas once jornadas disputadas en el Palacio de Aguas Corrientes, se consagró campeón del Magistral Szmetan Giardelli, el segundo torneo en importancia en el historial del ajedrez vernáculo, por detrás de los magistrales Duchamp (2012) y Najdorf (2001).

Mareco se impuso en la competencia que reunió a varios de los mejores ajedrecistas del Continente, y cosechó su quinto título del año a nivel personal. Toda una hazaña.

«Para mí es muy importante haber ganado un torneo tan duro, porque generalmente no juego magistrales (torneo cerrado entre maestros), y este resultado me permitió terminar bien el año ya que también tuve otras buenas actuaciones», cuenta el ex campeón argentino que en 2018 obtuvo los abiertos de Montevideo (Uruguay), Foz de Iguazú (Brasil) y Vlissingen (Holanda), y los Masters Bank Cup (Vietnam) y Santiago de Compostela (España).

Mareco -ganador por mejor sistema de desempate- compartió la vanguardia del torneo, con 7,5 puntos junto a Alan Pichot (Argentina) y Eduardo Iturrizaga y Axel Bachman, los N°1 de Venezuela y Paraguay, respectivamente. Lo siguieron: Julio Granda (N°2 de Perú), Federico Pérez Ponsa (Argentina) y Yusnel Bacallao (N° 3 de Cuba), con 6. Diego Flores (Argentina), 4,5, Sergio Slipak (Argentina), 4, Tomas Darcyl (Argentina), Felipe El Debs (N°5 de Brasil), 3,5 y Alejandro Hoffman (N°2 de Uruguay), 2,5.

A la hora de los agradecimientos, el N°1 del ajedrez local, acompañado junto a su pareja, Rauanda Schultz, una joven brasileña de 24 años, «quiero destacar el trabajo de los organizadores del torneo, porque no estamos acostumbrados a que en la Argentina se hagan esta clase de certámenes donde no quedó ningún detalle librado al azar».

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La competencia fue organizada por Tomas Darcyl, Ricardo Costianovsky, amigos de los recordados maestros Szmetan y Giardelli fallecidos en 2015. Oscar Panno fue designado director y el equipo de ajedrez de Obras Aysa, encabezado por Alejandro Sass, se ocupó de la logística de la sede.

En la selva misionera Rafael Mareco -director de escuela rural- y Angélica -maestra de frontera- regaron el romance para la llegada de su único hijo; el llanto de un niño varón retumbó en una clínica en Haedo, el 13 de mayo de 1987

Aunque lo bautizaron con los nombres de Sandro y Fabio, el pequeño demostró más condiciones para el ajedrez que para la música. A los 9 debutó en los torneos escolares, y después se perfeccionó en el club El Retiro, de Hurlingham.

En 2004, a los 17, comprendió que para ser gran maestro se necesitaba mucho que la fe para mover montañas. Por eso siguió un viejo axioma del poeta alemán Johann Goethe: «El talento es cosa de niños, el trabajo hace al hombre y el sacrificio al genio».

«No soy un prodigio; mi mayor talento es la predisposición al trabajo. Sé que muchas veces es frustrante cuando las cosas no se dan, pero es ahí cuando lo importante pasa por seguir intentándolo, porque con el tiempo las cosas siempre suceden», cuenta Mareco que tuvo un solo profesor en su carrera, el maestro Pablo Ricardi, y completó, «él me dio poquitas clases pero enseñó cómo se estudia en ajedrez. El resto lo hice solo».

Entendió que para poder entrar hay que saber salir; se volvió autodidacta, y en nueve años fue campeón Sudamericano, Argentino, y una yapa: conquistó el título de gran maestro.

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Representó al país en cuatro Copas del Mundo (Khanty Mansiysk 2011- Tromso 2013- Baku 2015 y Tbilisi 2017) y en cuatro olimpíadas de ajedrez (Estambul 2012- Noruega 2014- Azerbaiyán 2016 y Georgia 2018).

Sin descuidar la alimentación y el rigor de los entrenamientos -corre 7Km diarios-, Sandro Mareco le dedica 6 horas al estudio cada día, y algunas extras más al armado de sus clases. Es que sus alumnos son una parte de la financiación de su carrera. El Club Obras, también lo asiste.

Ahora, con la ayuda de la informática -utiliza base de datos con millones de partidas para estudiar a sus rivales- más la experiencia del gran maestro Ulf Andersson, una de las estrellas del ajedrez sueco en los años ochenta, el argentino se atreve a dar pelea por un lugar entre los mejores 80 jugadores del mundo, y es el N°2 de Sudamérica.

Con Sandro Mareco, el ajedrez argentino descubrió una estrella con luz propia. Le sobra brillo.

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