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El ajedrez, en la era de Magnus Carlsen

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Durante un tiempo -parece ya tan lejano- ajedrez significó mucho más que una contienda deportiva. Tenía todos los condimentos de la «guerra fría», la ex URSS contra el Resto del Mundo, a través de distintos capítulos. Y después, casi una «guerra civil» cuando uno de los hijos pródigos de aquel sistema, Karpov, enfrentaba por ejemplo a Korchnoi. O aquellos interminables, increíbles, extenuantes duelos, entre Karpov y su sucesor Kasparov.

El match Fischer-Spassky en la Reijiavick de principios de los 70 (precedido por las series eliminatorias en nuestra propia Buenos Aires) fue un símbolo de aquellos enfrentamientos. Excedían al ajedrez, claro. Y hoy son fuente de estudio e investigaciones, tanto para los libros de los expertos en el juego ciencia como para novelas, películas y las historias varias de aventuras a su alrededor.

El rey del ajedrez en nuestra década se llama Magnus Carlsen, viene de Noruega y su reciente match mundialista con el ahora ruso Sergéi Karjakin fue simplemente esto, una dura, leal apasionada batalla deportiva. Lo que debía ser. No había intento promocional alguno que pudiera desvirtuarla.

Carlsen, quien ostenta el título mundial desde 2013 cuando venció al indio Anand (a quien también superó en su primera defensa), tuvo ahora en fuerte rival en Karjakin. Después de igualar en 6 puntos el match a doce partidas, tuvieron que resolverlo en una especie de «tie break», en partidas rápidas, donde allí sí, el noruego fue contundente: 3-1. «Ha sido un rival durísimo, el más duro de todos», elogió Carlsen, después de ganar en el Furton Market Building, Nueva York, a pasos de Wall Street.

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Según explican los entendidos, Carlsen llevó la iniciativa en la mayoría de las partidas, pero no pudo quebrar al ruso, quien hace de la defensa, su arte. Karjakin pareció tomar una ventaja crucial con su triunfo en la octava partida, la siguiente fue tablas, y en la décima Carlsen encontró la salvación, forzando el desempate poco más adelante.

Ambos pertenecen a la misma generación, la de 1990, y fueron verdaderos prodigios desde chicos: con 12 años, Karjakin se convirtió en el más joven gran maestro del ajedrez internacional (el «récord» anterior era nada menos que de Bobby Fischer. Pero la evolución de Carlsen resultó aún más rápida y consistente. A los 13 años ya le jugaba de igual a igual a Kasparov y a los 19, alcanzaba el tope del ranking mundial.

Desde 2013, no hay dudas sobre su título, su dominio y su hegemonía en el ranking.

Karjakin es oriundo de Crimea, la tierra ucraniana que quedó bajo la bota de Putin y las fuerzas rusas, hace muy poco. Y con el apoyo de ese régimen, Karjakin pasó a representar a Rusia: quieren que también allí, en el ajedrez, ese país vuelva a reinar. El propio ajedrecista se fotografió con una remera con el rostro del mandatario ruso y la expresión «Nunca dejamos a nuestros hombres atrás».

Pero, afortunadamente, en las competencias deportivas no se mezclaron las cosas (así parece). Karjakin ganó en forma convincente la selección de candidatos para enfrentar a Carlsen y, aún así, no parecía con chances. En el supertorneo de Bilbao, hace pocos meses, el noruego lo arrasó en su enfrentamiento individual, Karjakin terminó penúltimo entre los diez ilustres maestros.

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Algo había cambiado para esta cita neoyorquina pero, aún así, en el momento de mayor tensión, cuando estaba más apremiado, Carlsen resurgió. Por ahora, no admite desafíos.

Fuente: LaRazon

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