Es el ajedrecista número uno de Paraguay y con 26 años trabaja para meterse entre los 100 mejores jugadores del mundo, algo que en la región solo ha conseguido el peruano Julio Granda. Cree que muchos de sus colegas conseguirían mejores resultados si recibiesen apoyo de sus federaciones y Estados.
Por Pablo Mocca
-¿Cómo vive el hecho de estar tan cerca de entrar al top 100 mundial?
–Creo que estoy atravesando el momento de mayor presión desde que juego al ajedrez profesional. Si bien mi primer anhelo fue ser Gran Maestro (GM) y llegar a 2600 puntos ELO, hoy sueño con poder decir que en algún momento fui uno de los mejores 100 del mundo. A pesar de haber entrado en el ranking en vivo, no logré todavía que mi nombre aparezca publicado en la lista oficial. Tengo una ansiedad muy grande por entrar, estoy a poquitos puntos pero cuando estás tan cerca parece que se pone más difícil. Estos últimos meses estuve durmiendo poco.
–¿Esa ansiedad afecta su rendimiento?
–Lo psicológico siempre tiene un peso. Pero creo que para llegar a ciertas cosas en la vida uno tiene que ser duro consigo mismo, exigirse siempre un poco más. La presión excesiva puede jugarte en contra y bloquearte en momentos decisivos, pero está en uno buscar el equilibrio y utilizarlo de forma motivacional. En otras etapas de mi carrera fue muy importante trabajar con un psicólogo, para salir de una meseta deportiva. Cuando juego bien es porque en la parte personal estoy tranquilo y me va bien. En este juego la mente tiene que estar en todo su esplendor, hay que tener una vida ordenada, todo eso ayuda a tomar las mejores decisiones. Creo que es raro que si estoy jugando bien, esté con problemas.
–¿Qué otros factores extra ajedrecísticos tienen relevancia?
–Como latinoamericanos, sentirnos solos también nos genera dificultades. Cuando a uno no le salen las cosas aparece la lejanía, se madura como jugador y se aprende a no tirar la toalla. Uno llega a pensar incluso en abandonar el juego, y ahí juega un papel preponderante el entorno, la gente que te conoce, que te levanta. Es un juego muy individual, porque cuando perdés, perdés vos. Y la derrota forma parte de nuestro día a día. Para mí es muy importante el apoyo emocional de mi familia, mi novia, y hablar con mis amigos. Y tratar de no cambiar los hábitos. No siempre puedo llevar a la sala el termo porque a veces hay mucho control, pero si el clima ayuda llevo el tereré.
–Se refirió a los jugadores latinoamericanos, ¿se puede hablar de una nueva camada de maestros en la región?
–Sí, yo creo que hoy hay una comunidad, no solo a nivel competitivo, sino también en la parte humana. La conexión que tenemos los sudamericanos es muy buena. No jugamos siempre los mismos torneos pero estamos en contacto por chat o teléfono, siempre nos apoyamos, muchas veces nos consultamos cosas del juego. Sabemos del esfuerzo que realizamos para estar en los torneos, nos sentimos representados por nosotros mismos y siempre quiero que le vaya bien a los latinoamericanos. Estamos todos en busca del mismo sueño.
–¿Qué considera que les hace falta a los jugadores de esta región para desembarcar en la elite, de manera definitiva?
–Oportunidades, porque siempre tuvimos materia prima de sobra. Pero con el talento solo no alcanza. Para nosotros, un viaje puede ser la única oportunidad de competir en el circuito europeo, y allí va la suerte del jugador. Los europeos tienen otro roce, menos presión, juegan mal un torneo y tienen revancha a la semana. Y también es muy importante el apoyo. Yo hoy tengo un salario de la Secretaria Nacional de Deportes y la Federación está siempre pendiente si falta algo, si pueden ayudarme en algo.
–¿Qué papel le atribuye a ese apoyo en relación a este presente exitoso?
–Es Determinante. El apoyo económico para poder viajar a jugar los torneos me da señales de que alguien confía en mí, y esa situación me ha motivado para jugar por encima de mi nivel. El año pasado tuve un año bastante negro, pocas cosas me salieron bien y no perdí el acompañamiento. La meta más importante era clasificar al mundial, pero no lo logré y caí de los 2600, y la verdad que sentir igual ese apoyo fue decisivo para este presente, además de gratificante.
–¿A cuál de sus colegas de la región ve en el futuro con chances de cruzar el umbral del top 100 mundial?
–Por la edad que tiene, las oportunidades y su dedicación, creo que el candidato es Alan Pichot. Y otro jugador que siempre me genera una sensación es Sandro Mareco, que me ganó casi todas las veces que jugamos y que por cosas de la vida, cuando viaja a Europa no tiene suerte. Es un jugadorazo que le dedica muchas horas, pero la cuestión psicológica juega un montón en el ajedrez. Federico Pérez Ponsa es otro jugador con talento para llegar. Pero hoy hay como un parate, y a diferencia de mi generación, en los 5 últimos años casi no hubo nuevos GMs en la región.
–¿Cómo definiría su estilo ajedrecístico?
–De chico me sentía bastante táctico. Después fui pasando a un ajedrez posicional y mi juego fue madurando y hoy, no se si para GM pero sí para pasar los 2600 uno está obligado a manejar ambos estilos. Pero sin dudas, en posiciones tranquilas me manejo un poco mejor, aunque trato de salir de la zona de confort y cuando me preparo para algunas competencias entreno las partes que me incomodan más. Si una posición me diera como opciones por un lado una variante tranquila que da leve ventaja pero donde siento que puedo presionar, y por el otro una combinación que puede ser bastante contundente, pero donde no veo completamente claro, dependerá de la situación del torneo pero la mayoría de las veces elijo la variante tranquila.
–¿Qué cuota de talento y cuánto de trabajo hay en su juego?
–Cuando era más chico no me gustaba estudiar, quería divertirme, hasta que me estanqué y sentí que no podía mejorar. Recién ahí pude hacer las normas de GM o MI. Jugando y divirtiéndome llegué a MF.
–¿Cómo se lleva la tecnología?
–Yo uso la computadora lo justo y necesario y no para castigarme. Sé cómo soy y cómo reacciono cuando veo que se me escaparon algunas posibilidades, por eso no las uso para analizar las partidas durante un torneo. Gracias a la máquina, existe un nivel más alto. Cada vez se hace más difícil ganarle a cualquiera, antes no había este grado de información para todo el mundo y eso genera una competitividad mayor. Antes, ganarle a un GM era una noticia y a un número 10 del mundo imposible, pero se emparejó, hoy día hay chicos de 12 o 13 años que pueden dar esas sorpresas y hasta Magnus puede perder partidas. Ya no se gana con el nombre ni con la experiencia, es mucho más rápido todo, y es parte de una transición, no creo que sea un retroceso ni tampoco una mejora.
–¿Y eso beneficia a su estilo de juego?
–No, a mi estilo le hubiera venido perfecto vivir el ajedrez de hace 50 o 100 años. Yo no uso mucho la computadora, y lo que siempre me gustó del ajedrez fue justamente el arte, la creatividad, como uno puede ir improvisando. Hoy parte del arte se está yendo, producto de esta transición natural. Hoy se están jugando 30 o 35 jugadas de computadora o de teoría. Recién después entra la creatividad.
–¿Quién es el rival más talentoso que haya enfrentado?
–El único genio que tiene un talento sobrenatural, que llegó muy lejos a nivel mundial sin dedicarle tantas horas al estudio, es el peruano Julio Granda. Es un jugador excelente que tiene una comprensión gigante. Y mirá que me ha tocado jugar con Nakamura, o Giri y no son como él. Es un ejemplo, sobre todo por su edad también.
–¿Qué valoración hace, pasado un tiempo, de los sucesos del aeropuerto de Azerbaiyán que le hicieron poner en duda su participación en las próximas olimpíadas?
–Lo que ocurrió fue que ya no voy a lugares donde no me siento bienvenido, y aquella vez, cuando viajé de Moscú a Bakú no me permitieron ingresar al país por una cuestión de visados que debía solucionar la organización del torneo. A eso se sumó que ninguno de los responsables me atendió el teléfono cuando estaba en el aeropuerto y estuve obligado a abandonar el país. Pero hace un par de meses, analizando en frío y pensando lo ocurrido, cambié de opinión y voy a participar. Pesó mucho lo nacional, Paraguay está pasando por su mejor momento histórico y va a ser la primera vez que juguemos cuatro GM juntos. Además, la federación azerí tuvo también algunos gestos para cicatrizar lo ocurrido.
–¿Cree que Karjakin tiene alguna chance de destronar a Carlsen?
–No. Siento que los únicos dos con alguna posibilidad real serían Giri y Caruana, por una cuestión psicológica. Sólo si en el inicio, por esas cosas de la vida, Karjakin le puede ganar una de las primeras tres partidas se le puede abrir una esperanza, sino ya está decidido. Magnus como jugador es un genio, pero mentalmente, en la parte psicológica, es totalmente superior al resto, ejerce una presión a lo Kasparov, y esa energía avasallante se siente.
Fuente: pagina12