Por: Luis Alberto Arcos Salazar
Sin que alguna vez pasara por su mente, gracias a la tecnología actual, y sin tener que salir de casa, Ernesto, con el tiempo, fue ganando más y más seguidores, todos niños, deseosos de aprender ajedrez. Ellos le dieron la oportunidad de enseñar el deporte ciencia que le fascinó desde chico y, a la vez, contar con ingresos para su hogar.
Para entretenerlos y motivar a sus seguidores, Ernesto les pasaba videos de partidas de ajedrez de campeones mundiales, tales como la de Bobby Fischer contra Boris Spassky en 1972; la de Anatoly Karpov contra Gary Kasparov en 1985, al igual que partidas del Gran Maestro Julio Granda, ajedrecista peruano reconocido internacionalmente.
Luego de cada transmisión, Ernesto se dedicaba a leer los comentarios hechos en su canal. Cada uno de estos reflejaba el interés de los niños en seguir aprendiendo, pues no solo recibía palabras de agradecimiento, sino también preguntas que le hacían sobre las jugadas.
Al levantarse la cuarentena el 1 de julio, aunque con toque de queda nocturno a partir de las diez de la noche, se inició la reactivación de muchas actividades económicas en el país, entre ellas las de librerías. Es así que, cumpliendo los protocolos de seguridad, como el mínimo aforo y el distanciamiento para los clientes, Ernesto reabrió su pequeño negocio, hecho que lo llenó de emoción. Volver a trabajar como antes era una bendición.
Hoy, a pesar de tener éxito como profesor youtuber de ajedrez, Ernesto espera con ansias el día en que esta pesadilla del virus termine y pueda reunirse con sus amigos como antes, sin temor a contagiarse ni a contagiar, para jugar unas partidas en la casa de Kike, saborear un buen café en tan buena compañía, y organizar competencias, ahora no solo entre adultos sino también entre niños.