Varias grandes figuras renuncian a jugar por tener que llevar velo.
El mundial femenino de ajedrez comenzó este viernes en Teherán e, incluso desde antes de su inicio, ha estado marcado por la polémica. Nada tiene que ver con el desarrollo del juego, sino con un aspecto extremo: la imposición del hiyab a todas sus participantes que ha causado tal rechazo que varias de las grandes figuras han renunciado a acudir a la cita en señal de protesta.
La elección de Teherán como ciudad organizadora de la competición fue en octubre, y a partir de ese momento hubo protestas a causa de lo que ello implicaba: la obligación de vestir velo (obligatorio desde 1979), incluso en el transcurso de las partidas. Algo que, tal y como informa El Mundo, ha provocado la renuncia de jugadoras candidatas al triunfo final.
La campeona panamericana, la ecuatoriana Carla Heredia, la cinco veces campeona de Argentina, Carolina Luján, y la número uno estadounidense, Nazi Paikidze, son algunas de las que han dicho ‘no’ a jugar en Irán por la imposición del velo.
En declaraciones a El Mundo, Pakidze es contundente: Vestir un velo significaría apoyar la opresión de las mujeres, y no estoy dispuesta a hacerlo. Incluso si eso significa perderme una de las competiciones más importante de mi carrera. Heredia tampoco escatima en claridad: «Ninguna institución, ni gobierno, ni Campeonato Mundial, deberían forzar a una mujer a llevar el velo o a quitárselo».
La campeona iraní, la joven Sara Khadem (19 años), es el contrapunto a la opinión de las ajedrecistas que han renunciado a jugar. Aunque dice comprender a sus compañeras, asegura que Irán ha organizado competiciones internacionales con anterioridad y, habiendo hablado con muchas de las participantes, todas le quitaron importancia».
Otra de las ausencias más sonadas en el Mundial será la de la número uno del mundo, Hou Yifan, que se ha negado a participar debido a que no le permiten jugar contra hombres. Una baja más que se une a la del grupo de ajedrecistas que se ha negado a llevar velo en un gesto mucho más que simbólico.
Fuente: ecodiario
