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Historias del ajedrez: Una jugada del más allá

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Víctor Korchnoi.

El ajedrecista Víctor Korchnoi jugó con el gran maestro húngaro Geza Maroczy, que al momento de la partida llevaba muerto más de 30 años, a través de un médium.

«Al principio pensé que era una broma», contaba Víctor Korchnoi cuando le dijeron que el gran maestro húngaro Geza Maroczy, quien llevaba fallecido más de 30 años, estaba disponible para jugar desde el más allá.

Esta es una de las historias más extrañas del ajedrez mundial. Involucra nada menos que al gran Víctor, «el terrible», un extraordinario ajedrecista nacido en Leningrado, considerado por sus pares como un «campeón sin corona», quien murió el 6 de junio pasado en Wohlen, Suiza, a los 85 años.

La partida se jugó entre 1985 y 1991. En aquel entonces, Korchnoi pertenecía a la elite del juego ciencia. Quien le acercó la inusual propuesta fue Wolfgang Eisenbeiss, un suizo, doctor en Ciencias Económicas, presidente de la Sociedad Suiza de Parapsicología y amante del ajedrez.

Cuando Eisenbeiss le preguntó con qué ajedrecista fallecido le hubiera gustado jugar, Víctor Korchnoi dio tres nombres: el genial cubano José Raúl Capablanca, el estonio Paul Keres y el húngaro Maroczy. El paso siguiente era contactar un médium capaz de arreglar un encuentro con alguno de estos maestros.

Para elegir al médium, Eisenbeiss se propuso dos condiciones: que fuera confiable y que no supiera nada de ajedrez. Esto último estuvo totalmente acreditado ya que el organizador del match tuvo que enseñarle a Robert Rollans, el psíquico finalmente elegido, la notación ajedrecística para poder transmitir las jugadas.

Rollans inmediatamente puso manos a la obra. Intentó localizar los espíritus de los maestros mencionados por Korchnoi, pero el único que estuvo dispuesto a jugar fue Maroczy.

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Incluso, para demostrar que no era un engaño, Eisenbeiss le pidió a un historiador que investigase la vida de Maroczy, pero sin decirle la razón. El historiador pensaba que se trataba de una investigación biográfica, pero la idea era poner a prueba al espíritu del ajedrecista húngaro. Así, a través del médium le preguntaron a Maroczy por una partida suya contra un casi desconocido italiano de apellido Romi, en el torneo de San Remo en Italia, en 1930. La respuesta fue sorprendente: dijo que él no recordaba haber jugado con un tal Romi, pero sí con un Romih. Indagando, el historiador contratado por Eisenbeiss descubrió que el tal Romi era un inmigrante eslovaco que llegó a Italia en 1918 y que su apellido no había perdido la «h» cuando jugó con Maroczy.

La partida

Korchnoi, que ganó la partida tras 47 jugadas, llevó las piezas negras y planteó una defensa Francesa. Tras la contienda, declaró que Maroczy jugaba un ajedrez «pasado de moda». «Jugó la apertura de manera débil, con lo cual yo no estaba seguro de estar compitiendo contra un jugador fuerte. Pero el final de la partida se puso complicado y tuvo que esforzarme, incluso, para no perder», admitió el maestro «viviente».

Luego de rendirse, vía médium, Maroczy felicitó a Korchnoi y se despidió deseándole muchos éxitos en su carrera ajedrecística. Que sí los tuvo.

Fuente: lavoz

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