A los 53 años, el ex campeón mundial disputó un match de exhibición frente a los 3 mejores ajedrecistas norteamericanos y no desentonó.
Por Carlos A. Ilardo
El ruso Garry Kasparov , acaso uno de los mejores ajedrecistas de la historia, acaba de dar muestra de su talento y vigencia; a once años de su anuncio del retiro oficial de las competencias (tras ganar el Magistral de Linares en marzo de 2005), participó en Saint Louis de un match de exhibición de partidas rápidas frente a los tres mejores jugadores locales: Fabiano Caruana (actual campeón norteamericano y N°3 del mundo), Wesley So (subcampeón y N°10) y Hikaru Nakamura (tercero y N°6). Kasparov ocupó el 3er lugar, con 9,5 puntos (el 53% de la disputa) y finalizó a media unidad del escolta, So, con 10, y a uno y medio del líder, Nakamura, con 11. Caruana totalizó 5,5. Un dato más, en los duelos individuales (cada jugador se enfrentó en seis ocasiones con su rival) Kasparov superó a Nakamura -el ganador-, con dos victorias, una derrota y tres empates.
Hace una semana que finalizó el tradicional campeonato norteamericano de ajedrez, la histórica competencia que aún conserva el record de Bobby Fischer (8 conquistas, de las cuales siete fueron de manera consecutiva) y que tuvo por vencedor a Fabiano Luigi Caruana, un joven nacido en Miami en 1992, que hizo su carrera en el ajedrez con ciudadanía italiana y que desde 2015 pidió cambio de federación para representar a Estados Unidos.
Caruana, de 23 años fue escoltado por Wesley So, un joven filipino de 22 años, que a los 15 años su fuerza de juego era superior a la del campeón mundial, Magnus Carlsen, y que a pedido del nuevo mecenas del ajedrez norteamericano, el multimillonario Rex Sinquefield, adoptó la ciudadanía del país del Norte para reforzar el equipo olímpico. También en ese certamen doméstico Hikaru Nakamura, de 28 años, nacido en Osaka (Japón) de padre japonés y madre norteamericana, que llegó a Estados Unidos con 2 años y que desde los 6 se dedica al ajedrez, incluso, a los 15 superó (en 3 meses) el record de Bobby Fischer en convertirse en gran maestro, ocupó el 3° lugar.
Sin conocer el resultado final de la tabla de posiciones, Kasparov (que fue contratado por Sinquefield) aceptó el reto de jugar un match de partidas rápidas (5 minutos más 3 segundos adicionales desde la primera jugada, para cada adversario en cada juego) dividido en sistema de liga «round robin» (todos contra todos) a dieciocho ruedas en dos jornadas. Ayer se disputaron 9 ruedas (cada adversario se enfrentó en 3 ocasiones con cada rival) y hoy fue el turno de las revanchas.
«Garry juega esta exhibición a modo de favor personal a Rex Sinquefield, el millonario, dueño y fundador del Club St. Louis» contó a canchallena, Mig Greengard, asistente de Kasparov y completó. «Rex es amigo personal de Garry y ha hecho mucho para promover el ajedrez en Estados Unidos organizando súper torneos en Saint Louis. También realizó su aporte para que el año pasado Kasparov jugara una exhibición, con distintos formatos de tiempo, ante el inglés y subcampeón mundial, Nigel Short (Garry se impuso 8,5 a 1,5) y si bien las partidas con esos ritmos no son tan serias, sin dudas divierten mucho a los espectadores».
Tal vez como cuenta Martí Perarnau en su libro «Herr Pep» referido a la crónica desde adentro, del primer año de Pep Guardiola en el Bayer Munich, en cuyo primer capítulo se refiere el encuentro del ex entrenador del Barsa con Kasparov en Nueva York, en el que descubre que el ruso sigue siendo el mejor ajedrecista del mundo pero que es incapaz de vencer en un match al actual campeón mundial, Magnus Carlsen, de 25. «Tengo las capacidades para ganarle pero es imposible», le confesó.
Al oír esto, Pep pensó que se trataba de una respuesta políticamente correcta, pero dudaba de la veracidad. Sentía que Kasparov hablaba de un desgaste algo que él mismo había sufrido y por lo que había decidido alejarse del equipo de Messi. ¿Me estará diciendo que todo es consecuencia de una falta de mayor concentración?, se preguntó el catalán. Y siguió reformulándose interrogantes. ¿Por qué a un ajedrecista legendario le parece imposible batir a un joven rival, cuál es su desgaste?
La charla pudo ser eterna; el orgullo de Kasparov nunca se lo hubiera perdonado y por eso la respuesta no salió de sus labios, sino de su esposa, Dasha. Ella rompió el silencio y contó: «Pep, si fuese una sola partida y durase solo dos horas, Garry podría vencer a Carlsen. Pero no es así; las partidas duran cinco o seis horas y el cerebro de Garry ya no está para pasar por el sufrimiento de estar calculando cientos y miles de variantes sin descanso. Carlsen es joven y no es consciente del desgaste que realiza; Garry sí, ya lo experimento y no quiere volver a repetirlo. Uno lograría estar concentrado dos horas y el otro, cinco. Por eso sería imposible que Garry le gane hoy a Carlsen».
Acaso, el ejemplo sirva para resumir lo que aconteció en las jornadas de ayer y hoy en Saint Louis, el ajedrez de Kasparov sigue estando por encima de los mejores jugadores, su depurada técnica, su afán de victoria, su actualización de las novedades y el olfato, su intuición para descubrir la mejor respuesta en cada posición parece estar intacta, pero el hombre nacido en Bakú en 1963 e indiscutido N°1 del mundo entre 1985 y 2005 ya no tiene la fuerza para disputar sesiones de profundas reflexiones frente a la fuerza de la juventud. Por eso aceptó jugar partidas rápidas, pero si bien el desenlace del juego es más veloz también el desgaste de los reflejos hace sentir el rigor. Ayer Kasparov completó su labor con 4,5 sobre 9 posibles y quedó a medio punto del líder. Hoy quedó en evidencia que sufrió el desgaste -quedó a un punto y medio del ganador, Nakamura- aunque, una vez más demostró su capacidad y voluntad de lucha para no acordar fáciles empates y abrir acertijos en cada juego hasta el último movimiento.
Sin dudas Kasparov, todavía como un gran campeón, como aquellas grandes figuras del deporte, conserva ese particular fuego sagrado y hace la diferencia.
Fuente: canchallena