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La historia de Jesús Aldair Flores, el campeón mexicano confundido como asaltante

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… de pronto, Jesús se encontró en el lugar y momento equivocados. El campeón Sub 18 de ajedrez de México fue acusado de asalto a un transeúnte. Él se preparaba para ir a los Panamericanos de Ajedrez en Cali, Colombia, y, súbitamente, terminó en una celda del Reclusorio Varonil Preventivo Oriente
POR: Omar Flores Aldana
CIUDAD DE MÉXICO.-Jesus Aldair Flores Guerrero vivió cinco días en una celda de tres por tres metros con 22 personas. Había cumplido 18 años y pocos de sus compañeros de cárcel le creían la historia de que era el campeón de ajedrez mexicano Sub 18; menos le compraban la idea de que las acusaciones por robo a transeúnte eran falsas.

Jesus Flores es conocido en Facebook como Susho Skate Hoof. Foto: Elizabeth Velázquez Ramírez / Fotoarte Luis Flores
Jesus Flores es conocido en Facebook como Susho Skate Hoof. Foto: Elizabeth Velázquez Ramírez / Fotoarte Luis Flores

Jesus (sin acento) Aldair vive en Santa Martha Acatitla. Pantalón negro, chaqueta café, cachucha, playera azul y tabla de skate en mano. Nadie pensaría que aquel muchacho con lentes, perforaciones en labios y orejas es el mejor jugador de ajedrez de México, en la categoría de 18 años.

Susho Skate Hoof, como lo puedes encontrar en Facebook, está acostumbrado a ser juzgado por su estilo de vestir. En las partidas de ajedrez es común que sus rivales lo menosprecien por su outfit. Lo mismo le ocurrió el pasado 19 de junio, cuando caminaba por las calles de Iztapalapa y tres hombres lo golpearon, pusieron su cabeza entre el asfalto y la suela de un zapato, para luego llamar a una patrulla y asegurar que era culpable de asaltar a una señora, unas cuadras atrás.

Traté de levantarme, pero sólo decían que yo había robado a la señora. Llegaron los policías y me quitaron mi teléfono. Me llevaron al Ministerio Público y me dijeron que le pusiera la contraseña a mi celular para que supieran si era robado o no. La señora hizo una declaración: decía que yo le había robado y luego hizo otra en la que aseguraba que no”.

Ahí, cuando regresaba de ver a una amiga que le prestó un cuaderno de inglés, empezó una carrera contra el tiempo para Jesus. Lo llevaron al ministerio público y le dijeron que no saldría hasta que se aclarara la situación. El estudiante del Bachillerato número 10 recordó que en unos días tenía que viajar a los Juegos Panamericanos de Ajedrez en Colombia y llamó a su padre para que tratara de aclarar la situación lo más pronto posible.

No hubo pronta solución. Jesus Aldair fue trasladado al Reclusorio Varonil Preventivo Oriente y encerrado junto con otros 22 presuntos culpables en una celda que tenía cuatro camas, medía tres por tres metros, y sólo contaba con una ventana. Entre asaltantes, secuestradores, asesinos e inocentes estuvo el jugador que presume el grado de Maestro Internacional en ajedrez.

Los de primer ingreso se distinguen porque tienen ropa de civil, y los ponen a hacer la fajina, que es hacer limpieza en el reclusorio, limpiar los desechos de todos. Si dices que no, te cobran 60 pesos diarios. En el segundo día me preguntaron si quería vender mariguana o piedra. A los primerizos también los ponen a hacer llamadas, los reclusos tienen tarjetas telefónicas, según te las prestan y te hacen comunicarte con tu familia para pedirles dinero. Cuando te lo traen, te cobran la llamada y el 25 por ciento del dinero que te traigan”.

Había cuatro camas en la celda, en las dos de arriba se dormían los jefes. Eran los que tenían más tiempo ahí y los que habían hecho más cosas malas. Los respetaban por robar y haber matado gente. Otras cuatro personas se dormían en las camas de abajo, ellos eran los segundos con más tiempo. Los que tenían 15 días o un mes dormían en el piso, ahí cabían como 10 personas y los que sobrábamos teníamos que quedarnos parados. Los cinco días que estuve ahí no dormí”.

Jesus se tenía que levantar a las cinco de la mañana a cumplir con la fajina. Tenía tiempo libre hasta después de las seis de la tarde, cuando regresaba a su celda para ser encerrado hasta el otro día. En ese momento, entre más de una veintena de personas, parado, el estudiante aprovechaba la noche para repasar las jugadas de ajedrez, recordar las tácticas de sus contrincantes y tratar de descifrar las trampas que le pondrían en el tablero sus rivales en los Panamericanos de Ajedrez de Colombia.

Regularmente estudio cinco horas diarias para un torneo y en la cárcel no pude hacerlo. En la noche repasaba las jugadas en mi mente, como que tengo un tablero de ajedrez memorizado y trato de mover las piezas, hacer variantes. Eso me sirvió mucho para recordar varias cosas, cuando cerraban la celda te ponías a ver la televisión con los demás y buscaba centrarme en algo positivo”.

La jugada que más me acuerdo era de la apertura llamada Siciliana. Quise idear cosas para jugar mejor en los Panamericanos de Colombia. En los últimos días pensé que no iba a ir, se me iba la esperanza de hacerlo”.

Durante el día, además de sus labores, Jesus utilizaba sus conocimientos en ajedrez para tratar de descifrar las intenciones de sus compañeros de celda.

Cuando estás en una partida tienes que ver a los ojos de tu adversario y tratar de anticiparte a sus movimientos. Es como adivinar lo que quieren hacer a partir de sus movimientos. Eso te ayuda también a reconocer los sentimientos y la forma de ser de las personas, comprenderlas. Conocí a gente que cometía delitos por su familia, otros que eran inocentes y otros que había ejecutado el acto a sangre fría”.

Uno de sus custodios quiso poner a prueba a Jesus Aldair, le dijo que le enseñara a jugar ajedrez y con un tablero improvisado el mejor jugador de México en la categoría de 18 años enseñaba a uno de los policías del reclusorio los secretos del juego que enfrenta a peones y reyes.

Al cuarto día, un custodio me llamó y me dijo que él sabía jugar ajedrez, a él le dicen el Pencil. Me dijo que era una persona que le gustaba el ajedrez y me preguntó si le podía enseñar más cosas para jugarlo mejor. Le dije que sí, no tenía problema. Así todos vieron que de verdad sabía de ajedrez, le explique movimientos. Él llevaba un tablero con piezas de madera que se caen muy fácilmente, de esos que parecen de recuerdo. Le enseñé jugadas y cuando salí me dijo: ‘la próxima vez que regreses vas a jugar conmigo’. Respondí: ‘te aseguro que no habrá una próxima vez’”.

Afuera de las paredes de la cárcel que se encuentra en Santa Martha Acatitla, el padre de Jesus Aldair, Rodolfo Flores, cocinero del IMSS, movía todo los recursos a su alcance para juntar los 80 mil pesos que le exigían las autoridades a cambio de la libertad de su hijo. La clave era conseguir los videos de las calles donde el campeón de ajedrez había sido detenido.

No teníamos dinero a la mano para contratar a un buen abogado, entonces mi papá empezó a vender cosas, empeñar otras, a pedir prestado. Buscamos gente cercana que nos pudiera ayudar a mejorar la posición dentro de la cárcel para que no tuviera más problemas. Muchos nos apoyaron. Lo más importante para mí eran los videos, ahí se podía comprobar que no era yo el culpable”.

En las imágenes se encontró que la ropa de Flores Guerrero no coincidía con la de la persona que había asaltado a la señora. Cuando fue detenido, no se encontraron las pertenencias de la parte acusadora y la justicia dejó libre a Jesus unas horas antes de que su vuelo a Colombia saliera del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Por falta de pruebas, la policía lo despidió con el clásico: “usted disculpe…”.

El último día me ofrecieron un banco y me dijeron que todo había salido bien, probaron en los videos que yo no tomé la bolsa, que yo no había asaltado a la señora. Me dijeron que estaba absuelto. Ese día mi vuelo salía a las cinco de la mañana hacia Cali, Colombia. Mi hora de salida del Reclusorio Oriente era a las 12, eran muchos procesos para salir y estuve en la calle hasta las 2:30 am. Apenas me dio tiempo de ir a mi casa por ropa, mis papás me preguntaron que si quería ir a Colombia y les dije: sí, siento que jugar ajedrez es lo que más me va a ayudar”.

Jesus Aldair Flores alcanzó el avión que lo llevó a Cali, Colombia, a defender su título panamericano de ajedrez. El cansancio lo venció, después de cinco días sin dormir, el jugador de ajedrez mexicano quedó en el octavo lugar entre 40 participantes, y recuerda que su caso llegó a tener difusión por toda Latinoamérica.

Mis competidores me abrazaban y me felicitaban por tener la fortaleza de salir, y viajar a competir. Mi historia la conocían varios de mis rivales”.

Regresó a México para recibir la noticia de que la Universidad del Estado de México pretende ayudarle y su familia comenzó una nueva carrera para pagar a todos los que aportaron dinero para la liberación de Jesus Aldair Flores Guerrero. El ajedrecista mexicano necesita recuperar los 80 mil pesos que juntó su familia y así poder costear un viaje Grecia, sede del Mundial de Ajedrez de la categoría Sub 18, el torneo más importante para los fanáticos del juego que enfrenta figuras de color negro contra blancas.

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Para mí la vida es como un juego de ajedrez y cada persona representa una pieza. El tablero cuenta con 32 piezas y cada una se mueve según su condición. Estuve en una celda encerrado con 22 personas, siempre he querido ser el peón que busca recorrer las ocho casillas para ser rey. En la cárcel me sentí como la torre, limitada a ciertos movimientos y por lo mismo, a veces fuera del juego”.

Fuente: excelsior

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