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La historia de Lucía Izaguirre, la niña que vive en un pueblo de 60 habitantes y participará en el Mundial de Ajedrez

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Tiene 10 años y llegó al taller de ajedrez por obra exclusiva de la casualidad. Dedica tres horas diarias al aprendizaje de la disciplina y se entrena con adultos. El 4 de noviembre representará al país en la gran cita que se celebrará en España.

Lucía tiene 10 años. Necesita sentirse en plena confianza para mostrar sus grandes ojos celestes. De lo contrario la timidez la lleva a escabullirse. Vive en Larguía, un paraje que pertenece a la localidad de Totoras, ubicada a 70 kilómetros de la ciudad de Santa Fe (Argentina). Hasta allí, características de una vida que podría asemejarse a tantas otras. Sin embargo, Lucía Izaguirre se destaca por una particularidad: participará desde el próximo 4 de noviembre del Mundial de Ajedrez que se llevará a cabo en Santiago de Compostela, España. Su historia, las características del lugar en el que vive, su familia y una personalidad particular, fueron contadas por Hugo Fosco, su profesor, en diálogo con Infobae.

Lucía Izaguirre y Hugo Fosco

• ¿Cómo conociste a Lucía?

«Yo estoy a cargo de un taller municipal en el pueblo donde vivo, que se llama Totoras, en la provincia de Santa Fe. Allí hay una población cercana a los 11 mil habitantes y tiene un paraje llamado Larguía , donde viven 60 personas y en el que hay una escuelita rural a la que asisten unos 20 chicos, entre los cuales está Lucía. Ella llegó al taller donde doy clases casi que de casualidad porque cuando vino fue para ingresar al taller de danzas árabes. Yo me la crucé, le pregunté a qué venía, le conté que yo daba clases de ajedrez y quiso ver. Rápidamente se interesó, ella estaba con la mamá, que me preguntó si se podía quedar. Tenía 7 años cuando llegó y enseguida me di cuenta de que era una chica muy aplicada».

La escuela rural a la que asiste Lucía

Lucía se interesó en el taller de Hugo porque ya conocía de qué se trataba el ajedrez. Es que había aprendido a jugarlo a los 4 años, cuando un tío le regaló un tablero y le enseñó los movimientos básicos de las piezas. Hasta ahí sólo era eso.

«Cuando vino se entusiasmó, le gustó. Al poco tiempo hubo un torneo en Rosario, que se ubica a unos 70 kms de Totoras, se divirtió y al año siguiente volvió y salió campeona. Este año, en enero, se disputó el Campeonato Argentino en Vicente López y ella fue como representante de la Asociación Rosarina y salió campeona argentina. Era ya algo serio», apuntó Fosco.

Larguía, el pequeño gran mundo de Lucía

«Lo que ella tiene es muchísima humildad, mucha perseverancia, que no es normal ni siquiera en los adultos. Pensemos que tiene apenas 10 años. Yo la aconsejo, le llevo ejercicios, le marco en qué tenemos que trabajar, le hago ver videos o le dejo problemas para resolver y lo hace con una constancia y una seriedad que no es propia siquiera de los grandes.  Yo pienso que vivir en un campo, como vive ella, juega en contra en algunas cosas pero en otras es muy favorable porque no tiene demasiadas tentaciones y puede abocarse más al aprendizaje y la práctica de la disciplina».

Que todo está ahí, listo para ser aprendido

«Lucía toca muy bien la guitarra, canta muy bien, es una apasionada en cada cosa que hace. La escuchás cantar y le pone mucho sentimiento a lo que hace. Y en el ajedrez es lo mismo, si no le ponés pasión, que es lo que yo trato de transmitirle a los chicos, es muy difícil. Yo no soy un gran ajedrecista pero sí un apasionado y les transmito eso. Luego ellos tiene la capacidad de perfeccionar las técnicas y en el caso de Lucía ella lleva su pasión cada vez más lejos».

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Enseñar a niños, esa difícil tarea

«No es para nada sencillo. Yo lo hago hace 15 años en el taller y llevo cuatro en la escuela. Para eso tuve que hacer un curso de formación pedagógica y entre eso y los conocimientos que uno trae de la vida y de mi rol como padre me fui formando. No es sencillo porque no se trata solo de enseñar sino también de tratar casos de vivencias puntuales, cada chico tiene su momento, su característica y siempre trato de estar atento a lo que el chico demanda, no tengo un método puntual más que el de aportar al momento que se esté dando en cuanto a cada demanda».

Palabras mayores

«Cuando surgió la posibilidad de disputar el Mundial hablé con Lucía y le dije que necesitábamos hacer un esfuerzo extra. Ella se está entrenando tres horas por día, está haciendo un trabajo durísimo. Hace su preparación en base al intento de resolución de posiciones, de partidas de grandes eventos y en base a eso yo la desafío. Le digo, por ejemplo: ‘juegan las blancas y ganan’, y ella tiene que encontrar la movida justa. Le estoy dando 50 problemas diarios, algo que demanda un esfuerzo mental enorme y ella lo hace con una seriedad muy grande. Además juega algunas partidas por día contra adultos porque está en nivel superior, ya no juega con chicos pese a que está en categoría Sub 10″.

Lucía participará en el Mundial de Santiago de Compostela, España, que se disputará del 4 al 16 de noviembre próximos. Competirá con 114 jugadoras de 80 países.

El ajedrez aplicado a la vida

El ajedrez es una disciplina largamente abordada por especialistas en neurología, psicología e incluso desde la filosofía. Sus bondades en el uso del cerebro en toda su capacidad están probadas. Favorece la concentración, los distintos tipos de memoria (cognitiva, visual, asociativa, etc). Hugo agrega, por su parte, una visión acaso relacionada con lo sociológico: «Es un ejercicio muy bueno para identificar problemas, crear alternativas de solución y elegir la más responsable. Para mí es una de las cosas clave que te da esta disciplina más allá del ejercicio de la concentración y la memoria. Cuando uno analiza a los chicos que van a la escuela y hacen algún deporte las cosas ya están dadas y uno no tiene la posibilidad de valorar las alternativas que hay y elegir. Decir ‘esta es la opción más responsable para resolver el problema que estoy teniendo o para el plan que tengo’. Eso para mí es básico. Después, me pasa en la escuela donde trabajo: yo planteo un problema y lo habitual es que todo se manejen con el primer impulso, intentan la salida más sencilla, quieren contestar más rápido que el otro y yo les voy marcando otras cosas. Siempre les digo que no hay una sola respuesta correcta y los invito a reflexionar y a pensar un poco más, a plantear ideas entre todos y sólo después de un rato de intercambio concluimos en una solución que se forma con el aporte de todos. Con eso intento transmitirles que cuando hay mayor reflexión, surgen mejores ideas. A esto además le sumo la planificación de las cosas: este mezcla, aplicada a la vida, me parece fundamental».

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Lucía tiene un nivel mayor al que indica lo que va de su paso por la vida. Se entrena con adultos a partir de 30 años, que tienen nivel de primera categoría de ajedrez. En general en esta disciplina hay chicos de 12 o 13 años que logran el nivel de adultos porque aparece el pensamiento abstracto y ahí logran un salto de calidad muy alto. «En el caso de Lucía, ella lo logró con 10», destacó su profesor.

Apoyo silencioso

El desarrollo de Lucía depende en gran parte de su capacidad innata. Para lo demás necesita del dinero: el que le permita viajar, estudiar, contar con elementos importantes para no estancarse. Y lo tuvo: «Hemos contado con un apoyo bastante bueno de parte de distintos dirigentes políticos. Yo trato de no referirme a este tema para preservarla a Lucía, para que no se politice el tema, pero hubo un grupo de personas que trabajó sin hacer mucho ruido y fueron generando fondos, incluso gente que hizo aportes desde sus propias actividades privadas», contó Fosco y añadió: «El año pasado vino el gobernador Miguel Lifschitz (Provincia de Santa Fe) a visitarla a la escuela y lo llamativo de esto es que ella pertenece a una escuela rural, que son instituciones sobre las que muchos se preguntan si vale la pena que estén abiertas para tan pocos alumnos y el caso de Lucía demuestra que sí, que vale la pena, que tienen una razón de ser».

Qué, cuándo y cómo

 Lucía Izaguirre y Hugo Fosco viajarán a España el próximo 2 de noviembre. El sábado 3 asistirán al acto de inauguración del Mundial y el domingo 4 comenzará la competencia: será la primera de 11 rondas, 11 partidas a disputarse una por día hasta 16 de noviembre.

 El torneo se jugrá por Sistema Suizo: todos disputarán la misma cantidad de partida y se irá enfrentando a los que obtengan el mismo puntaje.

 Por ganar, el ajedrecista recibirá un punto, si empata sumará medio y ninguno si pierde. Así, un ejemplo: si al cabo de cinco rondas un competidor ganó todas habrá sumado cinco puntos y enfrentará en la siguiente a otro que tenga la misma cantidad.

Una experiencia de madurez

«En julio pasado Lucía participó en el Panamericano de Chile. Venía primera hasta la sexta ronda y en la séptima perdió una partida imprevistamente, se desestabilizó y ya no pudo remontar. Pero siempre hay posibilidades matemáticas, si te mantenés de mitad de tabla para arriba, de poder terminar en lo más alto. A ese tema ya lo hablamos», contó Hugo.

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Mi familia, mi enseñanza

Lucía vive en su campo de Larguía con su papá, su mamá y su hermano Agustín, de 14 años. De cada uno, un párrafo contado por Fosco que los describe en lo individual y, fundamentalmente, en la influencia de Lucía en sus vidas:

-«El papá tiene un campo pequeño y algunas vacas. Es un hombre muy bueno, muy tranquilo y querido en Totoras».

– «Su mamá vino de Tostado, del norte de la provincia, a estudiar la carrera de Farmacia. No la terminó porque se dedicó a formar su familia y ahora retomó la carrera un poco por enseñanza de Lucía, que fue la que la impulsó a terminar,a recibirse».

-«Agustín también es un caso particular. Empezó después de ella a jugar ajedrez y practica la disciplina también con mucha seriedad. Yo hice extensivo el taller al paraje de Larguía, lo trasladé a la escuelita rural y lo tengo un poco como mi ayudante principal. Es un chico de 14 años y trabaja muchísimo, ya ha alcanzado un buen nivel después de tres años en los que cada vez juega mejor y todo también un poco gracias al trabajo serio que hace con la hermana».

El esfuerzo no es magia

Pide Hugo algo en particular. «No los llames genios», dice y agrega: «Ellos no son genios, son gente que trabajó mucho para lograr avanzar. Obviamente que existe una condición natural pero los que lo lleva lejos es la seriedad con la que trabajan, el grupo que tienen y en el caso de la localidad de Larguía se apoyan mucho entre todos, no hay egoísmos, todo el pueblo la respalda y está orgulloso de ella. Por eso no quiero hablar mucho de la gente que se prestó a ayudarla, para que no digan que hacemos propaganda del intendente o de cualquier otro. Larguía es un grupo unido que con su respaldo preserva a Lucía y eso ella lo valora mucho, ella es muy tranquila, muy tímida pero siente mucho el cariño de la gente».

¿Qué significa Lucía en tu vida?

«Ella es un poco el resumen de todo el esfuerzo que se ha hecho. A través de Lucía puedo demostrarle a mis propios hijos y a los demás chicos cómo desde un lugar chiquito se pueden lograr cosas grandes», dice un emocionado Hugo, un hombre que tiene su actividad comercial privada y que enseña por un sueldo que es magro pero que, dice: «A veces termino perdiendo plata porque pongo mi auto o cosas de mi bolsillo pero a mí esto me suma desde otro lado».

Era el tiempo de la despedida y el agradecimiento. Pero Hugo Fosco tiene algo más para decir. Acaso lo más importante. «Quisiera comentarte algo. En todo este tiempo creo que yo aprendí más de Lucía que ella de mí».

Y ahora sí. 2040 palabras tipeados y una frase que, en realidad, lo decía todo en 11 resonantes vocablos: «Creo que yo aprendí más de Lucía que ella de mí». Todo está dicho.

Por Loana Viera

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