Inicio Ajedrez Femenino ¿Por qué las mujeres son peores al ajedrez? ¿Son menos inteligentes?

¿Por qué las mujeres son peores al ajedrez? ¿Son menos inteligentes?

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«Tiene un talento fantástico, pero, después de todo, es una mujer». Con estas palabras subestimaba Garry Kasparov, posiblemente el mejor jugador de ajedrez contemporáneo, a Judith Polgar, sin duda la mejor jugadora de ajedrez de la historia. Poco después, la gran maestra húngara vencía al ex campeón ruso en uno de los mayores hitos del ajedrez femenino de todos los tiempos. Ocurrió hace 15 años y no se ha vuelto a repetir.

Las mujeres juegan peor que los hombres al ajedrez. Es un hecho sencilla y estadísticamente comprobable. En la historia del juego de los 64 escaques sólo Polgar ha figurado entre los 10 mejores del mundo y actualmente la china Hou Yifan es la única representante femenina entre los 110 principales competidores. En ajedrez juegan hombres contra mujeres y la organización del escalafón se mide por el infalible sistema ELO, por lo que las comparaciones no ofrecen dudas. El aspecto físico es relevante, aunque no suele ser definitivo; y el éxito está relacionado con la capacidad intelectual, la profundidad de cálculo, la concentración la habilidad o el esfuerzo en el estudio de la teoría. En ninguno de estos elementos los hombres son distintos a las mujeres. Entonces, ¿por qué ellas son peores?

A este enigma ha tratado de dar respuesta la profesora de la Universidad de Barcelona, Maria Cubel, en una entrada al blog Nada es gratis. Su lectura es muy ilustrativa y, si se tiene tiempo, más lo es el paper Gender, competition and performance: evidence from real tournaments, elaborado por la propia Cubel junto a Peter Backus, Matej Guid, Santiago Sánchez-Pages y Enrique López Manas.

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Durante sus investigaciones estos profesores analizaron las estadísticas en torneos online en los que, en ocasiones, los contrincantes no conocían el género de sus rivales. Un estudio previo de partidas por internet (Maas, D’ettole y Cadinu, 2008) ya había apuntado que «las mujeres jugaban peor cuando sabían que estaban jugando con un oponente masculino. Por contra, cuando, erróneamente, creían que estaban jugando contra otra mujer, las diferencias de género desaparecían». Y las conclusiones de Cubel y sus colegas lo han corroborado: «Cuando un o una ajedrecista compite con alguien de su mismo sexo y habilidad, su probabilidad de victoria es del 50%. Pero cuando un hombre y una mujer de la misma habilidad se enfrentan, la mujer sólo gana en un 46% de los casos». Esto viene a cuestionar la teoría que atribuye a los hombres una ventaja definitiva por motivos de resistencia física.

Pero, ¿si no lo determinante no es el físico, ni hay ninguna evidencia que lo atribuya a lo intelectual? ¿Por qué ellas juegan peor? Esta investigadora recurre al entorno. La competición está enormemente masculinizada y no es infrecuente hallar referencias machistas en algunos de los mejores grandes maestros de la historia, como la de Kasparov y, en mayor medida, de Bobby Fischer. El peor comportamiento de las ajedrecistas entronca con «la teoría del stereotype threat, que argumenta que, cuando un colectivo sufre un estereotipo negativo, la ansiedad experimentada al tratar de evitarlo o simplemente saber que existe reduce sus capacidades cognitivas y aumenta la probabilidad de confirmar este esterotipo», sentencia la profesora. El impacto más evidente de este aspecto puede comprobarse en la alta política, donde la representación femenima es inferior a la masculina, o en los llamados high powered jobs y, explican entre otras cosas, las brechas salariales entre hombres y mujeres.

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Sucede que algo está cambiando. En el reciente Festival de Gibraltar, el torneo abierto más importante del mundo, Hou Yifan se dejó perder la última partida en sólo cinco movimientos en lo que, en principio (y quizá también al final) se consideró como una conducta claramente antideportiva. Sin embargo, la estrella china quiso denunciar así una manipulación en el sistema de emparejamientos que le había llevado a jugar la mayor parte de las partidas contra mujeres. La organización tuvo que hacer público el sistema empleado para frenar el escándalo, (cuyas conclusiones se pueden leer aquí), pero el golpe en el tablero de Yifan ya estaba dado.

El Festival de Gibraltar está merecidamente considerado el torneo abierto más importante del mundo, es una plataforma de promoción del Gobierno del Peñón y atrae a cientos de jugadores tanto por la calidad del juego como por las actividades paralelas, entre las que destaca la nocturna Batalla de los sexos, en las que hombres y mujeres se enfrentan en un ambiente distendido. No obstante, el campeón masculino está premiado con 23.000 libras y la campeona femenina con 15.000.

El segundo toque de atención lo han dado algunas de las jugadoras más importantes al negarse a jugar el Mundial de Irán porque se les obligaba a vestir una hyhab. David Llada ha entrevistado para este periódico a la campeona estadounidense, Nazi Paikidze: «Antes preferiría sacrificar mi carrera», advierte.

No es la única que ha boictoeado el torneo en protesta por la «opresión de las mujeres», aunque sólo una ha dado una explicación diferente, Hou Yifán, que no quiere jugar campeonatos femeninos.

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Fuente: elmundo

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