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Magnus Carlsen, el heredero de Kasparov

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Cuando Pep Guardiola se retiró como entrenador del Barcelona, vivió un año en Nueva York. Era 2012, y allí conoció a Gari Kasparov, campeón mundial de ajedrez entre 1985 y 2000.

En una cena, Kasparov le dijo a Pep que, sin duda, el próximo campeón mundial sería un noruego de 22 años, Magnus Carlsen. En noviembre de 2013, el noruego le quitó la corona a Viswanathan Anand, gran maestro indio de 44 años, campeón desde 2006.

Ahora, Carlsen lleva tres años como campeón mundial de ajedrez, y la semana pasada defendió con éxito su título contra el gran maestro ruso Sergey Karjakin. Durante esa cena de 2012, Pep le preguntó a Kasparov si él, el mejor ajedrecista de la historia, podría vencer en una partida a Magnus.

El ruso contestó que tenía las habilidades para hacerlo, pero que era imposible. Guardiola quería saber por qué, e insistió, hasta que la esposa de Kasparov, Daria, le explicó que esa partida se alargaría demasiado. “Gari podría estar concentrado por dos horas, Magnus, por cinco”.

Una imagen muy rara: Kasparov entrenando a Carlsen (2009).

Esta anécdota, que cuenta Martí Perarnau en su libro Herr Pep, no es menor. En 2013, cuando ganó la corona, y en 2014, su primera defensa, la energía de Carlsen fue clave: en ambas ocasiones se enfrentó a Anand, 20 años mayor. En 2013, el marcador fue 6,5-3,5, (3 triunfos de Carlsen y 7 tablas).

En 2014 fue de 6,5-4,5: Carlsen tuvo otras 3 victorias y otras 7 tablas, pero esta vez, Anand logró una victoria. El hombre que popularizó el ajedrez en India cayó ante la capacidad de concentración del joven noruego. Cuando el ‘ogro de Bakú’ -Kasparov metía miedo a cualquiera- le dijo decía a Guardiola que era imposible vencer a Carlsen, sabía de lo que hablaba. Él mismo lo había entrenado, en secreto, entre 2009 y 2010. A los 13 años -ya con el título de Gran Maestro, que se le da a los ajedrecistas de élite-, Carlsen venció en una partida a otro campeón mundial, Anatoli Karpov, y logró hacer tablas con Kasparov.

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Ser entrenado por Kasparov es un privilegio del que pocos pueden alardear. Un día, a Carlsen le preguntaron qué era lo mejor que había sacado de ahí. Respuesta: “Las posiciones complejas fueron el aspecto más importante”. Sin embargo, en otra ocasión le preguntaron por su relación con Kasparov, y el noruego fue muy duro: “Nos llevamos bien porque no hablamos demasiado”.

Estas dos ideas son esenciales. En primer lugar, Carlsen saca agua de las rocas. En las posiciones más complejas ha sabido encontrar la clave de la victoria. Se fastidia si no vence, aunque el empate le sirva para ganar un torneo. En segundo lugar, aunque su juego posicional sea tan sólido como el de Kasparov, Carlsen ha renunciado a ser tan poético como el ruso. Kasparov adornaba sus partidas. En 1995 sacrificó su dama contra otro gran maestro ruso, Vladimir Kramnik. En ajedrez, perder la dama basta para que un jugador se retire. Pero Kasparov sabía que en 10 jugadas, Kramnik estaría perdido. Carlsen juega más como una computadora. No solo por la precisión al mover las piezas, sino de su impasibilidad. “El secreto de Magnus es su compostura y la ausencia de remordimientos tras los errores durante una partida”, dice el gran maestro armenio Levon Aronian. Pero el noruego tiene otra percepción: “Mi punto más débil es el control de las emociones”, le dijo al periodista español Leontxo García poco después de revalidar el título este año, en un match en el que estuvo cerca de perder la corona.

Campeonato Mundial 2016

Si Carlsen va a hacer un sacrificio, lo hará cuando sea seguro, como en la última partida contra Karjakin en su defensa por el campeonato. El ruso lo había hecho sudar. Lo llamaron ‘ministro de defensa’ porque en las primeras nueve partidas no importaba cuál fuera la posición ni la fuerza con la que atacara Carlsen, siempre halló la forma de defenderse, e incluso de ganar. En el octavo juego, Carlsen perdió los nervios, la paciencia y la partida. Tenía mucha presión, y en su búsqueda implacable por ganar, dejó que un peón del ruso se escapara. Sus opciones: recibir el mate o ver el peón de Karjakin coronar. Esa derrota provocó algo inusual: Carlsen se salió de sus casillas. Incluso abandonó la rueda de prensa posterior a la partida.

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Parecía que la parsimonia de Karjakin iba a quebrar a Carlsen. Faltaba poco para acabar el match. Pero en el décimo juego, el noruego igualó. Se metió en una posición tormentosa (las que se aprenden con Kasparov), y un peón extra le dio el triunfo. Como siempre, exprimió sus chances al máximo. Las partidas restantes fueron tablas. Y la última se firmó en solo 30 minutos, cuando las demás habían durado entre 6 y 7 horas. Ninguno de los dos quería arriesgar nada en esa partida. Carlsen pidió perdón a los fanáticos del ajedrez, y al final del match explicó: “Tenía sentido jugar 4 partidas en vez de una. Además, era refrescante jugar un poco más rápido tras estas semanas”.

El desempate se jugó el miércoles 30 de noviembre (cumpleaños de Magnus): 4 partidas rápidas, con 25 minutos para cada uno, más 10 segundos por jugada. Otra vez Karjakin empezó destacándose por su defensa. Pero cayó en la tercera partida, y lo intentó todo en la cuarta. Por primera vez en todo el match, era él quien tenía todo por perder. En su desesperación dirigió sus piezas hacia el rey del noruego. Estaba a una jugada de ganar, pero entonces Carlsen sacrificó su dama con un jaque. Obligó al ruso a hacer una captura que dejaba al rey en una casilla perdedora. Era mate del noruego en la siguiente. Karjakin prefirió rendirse.

Hoy se habla de Carlsen como el único ajedrecista capaz de superar los veinte años de Kasparov como número 1 del Ranking de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez), que ocupa desde 2009. Hasta ahora, incluso los que lo han puesto en aprietos, como Karjakin, abandonan la mesa con sufrimiento. (I)

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(I) Última partida del Match Carlsen – Karjakin

 

Fuente: eltelegrafo

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