El mejor jugador español de ajedrez de la historia, número 32 del mundo, defiende el talento frente al exceso del método. También es un crack jugando al pádel y al futbolín
Dígame, por orden, cuáles son para usted las virtudes para ser un gran jugador de ajedrez.
Son muchas cosas. Pero yo destacaría algo que la gente se olvida mucho de nombrar, que es la pasión. Es fundamental. Y otra cosa que a la que doy prioridad es la comparación de modelos. Sin embargo, no tengo una memoria especialmente buena, aunque hay quiénes me dicen que eso lo digo desde la perspectiva del ajedrecista. Tú ves una posición y relacionas una idea con una posición que has visto antes. Ese tipo de deducciones tiene, para mí, una gran importancia.
«El niño que juega al ajedrez es un niño prodigio que no es bueno en otros deportes más físicos». Desmónteme esa etiqueta.
Hay de todo. No tienes por qué ser un genio. ¿Qué se le dan mal otros deportes? Yo mismo tengo habilidad para otros, como el pádel o el ping-pong. Lo que sí es verdad es que el ajedrez, por su naturaleza, llama a algunos niños que, por su timidez, no podrían expresar bien su talento en otros deportes. Lo bueno es que ayuda a potenciar muchas cosas, como la responsabilidad de tus actos. Para un niño, es muy bueno ver que cuando estudias obtienes resultados. La acción-resultado se potencia mucho en el ajedrez. Y, por supuesto, la posibilidad de poder jugar con tu abuelo en igualdad de condiciones. La conclusión sería que el ajedrez es muy universal.
El jovencito noruego Magnus Carlsen (26 años), campeón del mundo, ha roto muchos moldes.
Sí. Es un chico joven, rubiete, guapete, que viste ropa de marca. Seguro que eso es positivo para el ajedrez.
¿Tiene reinado para largo?
Está dominando con mano de hierro los últimos años, pero con menos autoridad ahora. Ganó a los viejos espadas y ahora los jovencitos le están dando guerra.
Usted nació en plena rivalidad Karpov-Kasparov. ¿Le marcó?
Cuando ellos jugaron aquellos matches tan famosos, me cogió de muy pequeño, pero sí me arrastraron a mí y a otros. Porque por eso mi abuelo, mis padres y mis hermanos jugaron al ajedrez y me lo transmitieron a mí. Esa aureola es la que me enganchó, seguro. Yo no conocí al mejor Karpov, pero sí al mejor Kaspavov, al que llegué a hacerle tablas.
¿Se puede vivir bien del ajedrez?
Es complicado. Sólo viven 2 o 3 personas en España y no es el chollo del siglo, pero sí, puedes vivir bien. Yo vivo bien, pero sin tener Ferraris. Es una vida bonita, de mucho viaje, no me falta el dinero, pero no como Cristiano Ronaldo. Para ser millonario jugando al ajedrez, tienes que ser top 5 mundial.
Entre la élite del tablero, ¿les molesta la existencia de referentes sociales sin méritos intelectuales?
No, pero sí que te sorprende cuando ves a alguien ganar dinero fácil y tienen poco de especial e interesante. Pero la sociedad es así. También está Gran Hermano y Sálvame de Luxe. Al final, quieras o no, la gente quiere ver más un Sálvame de Luxe que una partida de ajedrez. Quizás algún día cambie.
En un deporte de tanto método y lógica, ¿cabe la estética? ¿Qué importancia tiene el talento?
Las ideas brillantes, muchas veces vienen por lógica, pero muchas otras por un flash. La genialidad sale porque te sale, no hay una manera lógica muchas veces de llegar a una gran jugada. Existe el talento. Por ejemplo, por mucho que entrenes, igual no te sale un regate de Maradona.
El Laboratorio SyS Paterna ha apostado fuerte por usted para el nacional de clubes (comparte equipo junto a grandes jugadores como Enrique Llobell, Julen Arizmendi o Mauricio Vasallo). ¿Qué significa para usted?
Es muy interesante para mí. Yo tengo mucha conexión con Valencia, venía mucho. Yo vivo en Mallorca y esto es un salto para mí que me tomo con muchísima ilusión.
Al mejor jugador español de ajedrez de la historia, ¿le reconocen por la calle?
Gente que juega al ajedrez, sí. Y por el nombre, a veces también. Hay veces que he jugado al pádel y, después, tomando algo con otros jugadores alguien me ha preguntado:’¿A qué te dedicas?’ Les digo que al ajedrez y me han dicho: ‘Hombre, como Paco Vallejo’. Y entonces es cuando respondo: ‘Y tanto. Como que yo soy Paco Vallejo’».
Fuente: diarioinformacion