Cuba.- Lisandra Ordaz suele ser, en algunos momentos, una genial jugadora de ajedrez. Se adentra en el juego y hace del tablero el escenario de batallas que solo con esfuerzo y voluntad puede ganar. Otras veces es la vida la que convierte en una partida, y mientras algunas movidas rivales amenazan con un jaque, ella, cual guerrera, intenta sortear los golpes y salir airosa del atasco.
Pocos conocen que, tras la coraza de esta eminente trebejista pinareña, se esconde una mujer a la cual le apasiona ayudar a los demás. Hace poco más de un mes consiguió la anhelada norma de MI absoluto y sus 2414 puntos de coeficiente ELO constituyen un récord para Cuba. Sin embargo, hay otros detalles que a veces suelen escapar al mencionar a un deportista de élite.
Mientras México era sacudida por los embates de los sismos hace algunos meses, Lisandra y el resto de su legión en Campeche, ciudad en la que reside, donaban ropa, medicamentos, juguetes y otros objetos a los damnificados, en una prueba suprema de humanidad que se extiende durante todo el año con campañas para prevenir el VIH, concientización hacia el autismo e inclusión de personas discapacitadas.
Primeras Movidas: Apertura Inglesa
La Apertura Inglesa es una variante sólida que inicia con pasos tranquilos, pero en cualquier momento deriva de súbito a posiciones dinámicas y agresivas. De forma similar inició la carrera deportiva de Lisandra Ordaz en el municipio pinareño de Consolación del Sur, donde fue captada cuando cursaba la escuela primaria. Sin embargo, según ella reconoce, su entrada al mundo del ajedrez fue un acto casual, pues en aquel entonces era una niña muy activa, que gustaba de los deportes de combate y el ballet.
-¿Cuándo comenzaste a sentir pasión por el ajedrez?
—Mi relación con el ajedrez surgió de forma fortuita, pero quedé enamorada al instante de este deporte. Recuerdo una de las primeras sesiones que impartió el maestro José Antonio Colls, explicándonos un final de rey y peón contra rey, y yo estaba desesperada por responder la posición. Entonces entendí que me apasionaba el ajedrez. Regresaba a casa y mi difunta abuela jugaba conmigo, fueron tiempos muy bonitos.
-¿Cómo conseguiste entonces obtener la paciencia para sentarte durante horas frente a un tablero?
—El ajedrez me transformó la personalidad, yo digo que me atrapó de forma sorprendente. De esa niña intranquila salió una que estaba todo el tiempo sentada, estudiando por un librito. No lo puedo explicar, fue una transformación natural provocada por un deporte que amaba.
«Ahora soy una persona muy ecuánime, que no gusto de andar de un lado para otro, sino que soy mucho más hogareña. Todo eso se lo debo al maestro Colls, pues hubo un momento en que tuve que elegir entre el ajedrez y el ballet, y yo me incliné un poco más hacia el ballet. Entonces apareció él y me hizo cambiar de opinión».
En busca del éxito: Defensa Petroff
Cuenta Lisandra que la Defensa Petroff le ha ayudó a ganar muchísimas partidas importantes en su afán de convertirse en una gran jugadora: «en la Petroff me apoyé en momentos que marcaron un antes y un después en mi carrera», asegura.
-¿Cuándo te diste cuenta de que tenías condiciones para triunfar en el ajedrez?
-En la Olimpiada del Deporte Cubano en el 2004, que también fue Campeonato Nacional femenino. Por primera vez conocí personalmente a grandes figuras de mi deporte. En ese evento, con apenas 15 años concluí segunda, invicta, y como curiosidad gané todas mis partidas con piezas negras y jugué la partida más larga del evento ante Maritza Arribas, además de lograr mi título de MI femenina.
-Un momento memorable para el ajedrez femenino cubano fue el cuarto lugar obtenido en la Olimpiada Mundial de Khanty Mansik en 2010…
-Antes de llegar a Khanty Mansik nos reunimos con el capitán Walter Arencibia y entre todas las muchachas decidimos que yo defendiera el primer tablero, una gran responsabilidad que pude enfrentar gracias al apoyo del equipo. Tuvimos cotejos complicados contra Ucrania, Rusia 1, la India; fueron duras batallas y ha sido lo más importante de toda mi carrera».
-¿Qué significa para una atleta representar a Cuba en un evento de ese nivel?
-Yo soy cubana a plenitud y seguiré siéndolo. Mis planes, aunque viva en México con mi esposo, son seguir representando a mi país en todos los eventos que pueda. Mi amor por Cuba no va a cambiar.
-Hablemos de la marca de 2400 y el título de MI sin distinción de sexo…
-Primeramente, quiero aclarar que era una meta muy complicada: tenía que conseguir tres normas de MI, lo cual está condicionado por muchos requisitos. Después de eso tuve que esperar a rebasar los 2400 puntos de coeficiente Elo.
-Teniendo en cuenta la dificultad que mencionabas, ¿cómo reaccionaste al saber que superabas los 2400?
– Fue un día maravilloso. Después de la Olimpiada de 2010 es el momento más feliz de mi carrera. Terminé la partida y hubo muchos sentimientos encontrados, alguna lagrimita también, y enseguida llamé a la casa para hablar con mis padres, quienes no podían creérselo. Después pasé al estado de shock, algo raro, el hecho de que un sueño de tantos años se hiciera realidad tras estar separada par de años del ajedrez, fue muy grande.
-Mucha gente se pregunta por qué estuviste dos años alejada del ajedrez…
-Fue por problemas de salud. A raíz del Nacional del 2014, que casualmente fue acá en Pinar del Río, llegué a la conclusión de que no me retiraría por completo, pero necesitaba un descanso activo, al punto de que en esos dos años de asueto jugué las dos ediciones del Capablanca. Fue un momento difícil en mi vida.
-En diciembre participaste en el Mundial de partidas rápidas y blitz en Arabia Saudita, ¿cómo valoras la experiencia?
-Me sentía orgullosa porque ya Leinier Domínguez había estado, pero yo era la primera mujer cubana en asistir. Fue un torneo que me demostró que si se escuchan consejos de personas con más experiencia y se estudia un poco más, puedes mejorar mucho.
La vida es un tablero de ajedrez
-¿Qué te gusta más del ajedrez?
-Esa adrenalina en la toma de decisiones.
-¿Y fuera del ajedrez?
-Disfrutar de mi familia. También me gusta la música, en la cual soy versátil: escucho romántica, salsa, merengue, y también la bailo. Además, suelo ver mucho cine.
-¿Cómo es la vida de una ajedrecista de élite?
-Hay que prepararse físicamente, pues en un torneo de doble rondas, por ejemplo, puedes estar jugando más de diez horas, lo cual es muy desgastante. Tengo que mejorar en ese aspecto, he estado un poco indisciplinada (risas). Pero debo retomarlo. Además, es un estudio diario, constante, que requiere de mucha investigación, no puedes pensar en tomarte días de descanso porque la constancia es vital.
-¿Qué sueles hacer cuando no estás en una competencia?
-Mi esposo y yo somos cinéfilos al cien por ciento. Además, como te decía, formo parte de una red de ayuda a personas necesitadas, algo que me ayudó a madurar como persona y conocer el mundo más allá del ajedrez. También soy la presidenta de la comunidad de cubanos residentes en Campeche, en la cual conmemoramos fechas como el natalicio de José Martí, hacemos la caldosa de los CDR y respiramos mucha cubanía lejos de nuestro país.
-¿Cuál es el techo de Lisandra?
—Ahora estoy soñando de inmediato en una norma de GM absoluto y un poquito más para allá el título completo. Creo que ese sería el techo de Lisandra Ordaz. Si se puede, sería algo maravilloso, si no, al menos me quedaré con la satisfacción de haberlo intentado.