Hace unas semanas, mi querido primo Eduardo (que además de tocayo es historiador y vive en Italia) me sugirió que escribiera sobre el personaje de hoy. Apenas eché un vistazo a su biografía, decidí traerlo al blog. Es la historia de Leonardo da Cutri.
Giovanni Leonardo di Bona nació en Cutro, región de Calabria, hoy Italia, en 1552. Apodado ‘il Puttino’ (por su corta estatura), estudió leyes en Roma, donde conoció a un sacerdote español, pacense de Zafra, llamado Ruy López de Segura, que era el mejor jugador de ajedrez de la época. Por aquel entonces, nuestro protagonista (que por su procedencia pasó a la historia con el nombre de Leonardo da Cutro o da Cutri) se enfrentó en dos ocasiones al extremeño, saliendo derrotado en ambas.
El joven Leonardo se trasladó a Nápoles, donde perfeccionó su juego a las órdenes de un maestro siciliano llamado Paolo Boi. Pronto, el pequeño Leonardo se convirtió en el mejor jugador de la península itálica. Pero al poco, tuvo que regresar a su Calabria natal, porque su hermano había sido secuestrado por piratas sarracenos. Da Cutri logró contactar con sus piratas y según cuenta la leyenda, retó al capitán sarraceno a una partida de ajedrez. Si perdía, su hermano no volvería jamás a casa. Si ganaba, se llevaba de vuelta a Cutro a su hermano. Confiado, el pirata no sólo aceptó, sino que apostó 200 ducados. El fanfarrón pirata se quedó, claro está, sin prisionero y sin dinero, porque Leonardo le derrotó.
Tras esta anécdota, Leonardo decidió viajar hasta Madrid, donde residía Ruy López de Segura, que era confesor del rey Felipe II, para desafiarlo de nuevo. Tras una serie de peripecias en el camino por Génova, Marsella y Barcelona, Leonardo llegó a Madrid en 1575.
Sabedor el rey de la presencia del mejor jugador italiano, decidió organizar un torneo internacional, el que está considerado como el primero oficial de la historia. Además de Da Cutri y de Ruy López, al torneo acudió, entre otros, Paolo Boi, el que fuera maestro de nuestro protagonista de hoy, o el granadino Alfonso Cerón, otro sacerdote considerado entre los mejores de aquella época.
Leonardo da Cutri tomó cumplida venganza y ganó el torneo, siendo así campeón “de Europa y del Nuevo Mundo” (el primero oficial, porque de manera oficiosa, se considera a Ruy López). El rey Felipe II le recompensó con 2.000 ducados, una capa de armiño y un premio muy especial. Su localidad natal (perteneciente al reino de Nápoles, entonces bajo dominio español) adquirió el rango de ciudad y quedó exenta de pagar impuestos a la corona durante 20 años. Imaginaréis el estatus de héroe que desde entonces obtuvo.
Regresó a Italia y su mujer falleció. Para sobrellevar la pena, volvió a viajar con el ajedrez como excusa y recaló en la corte lisboeta del rey Sebastián de Portugal, donde derrotó también al mejor ajedrecista del país luso, un jugador llamado ‘el Moro’. Volvió a su Cutro natal convertido en un hombre muy rico. Falleció en 1597, a los 45 años de edada, al parecer envenenado por un compatriota envidioso.
Todavía hoy, Leonardo di Bona es el hijo más ilustre de Cutro, una localidad de poco más de 10.500 habitantes. La plaza principal del pueblo está dedicada al jugador, y en ella hay representado un tablero gigante de ajedrez de mármol. Cada 12 de agosto, en honor de Leonardo, se desarrolla una partida ‘viviente’, en la que los vecinos del pueblo ocupan los puestos de las piezas. Además, el pueblo acoge un torneo internacional cada año.
Fuente: 20minutos