Hugo Spangenberg que en los 90 asomaba como una de las grandes promesas argentinas, abandonó la actividad por razones económicas; ahora, volvió a jugar al ajedrez
Por Carlos Ilardo
los 40 años, Hugo Hernán Spangenberg , aquel prodigio que a los 20 desafiaba los conceptos universales del ajedrez, revalidó aquel concepto de que siempre se vuelve al primer amor: a doce años de su última participación en un certamen internacional, regresó a los trebejos. Y si bien el inexorable paso del tiempo le enseñó que querer no es poder -finalizó último entre 12 jugadores-, su orgullo le pide revancha.
«El resultado final me dejó un sabor amargo, porque no tenía que haber sucedido. Sentí la falta de juego; pero jugué bien hasta que se me saturó la mente; mi cabeza era un bombo, no podía dormir de noche, me costaba encontrar las ideas frente al tablero, y cuando tenía el plan, perdía por falta de tiempo. Fueron once días muy duros, con mucho desgaste físico y al final cuando comencé a perder algunas partidas que estaban ganadas, me caí anímicamente», contó Hugo Spangenberg tras la experiencia en la Copa Mercosur que organizó la Federación Argentina de Ajedrez (FADA) y se disputó en el Cenard, con el triunfo del cubano Yunesky Quesada.
Fue en 2003, tras el Campeonato Continental organizado en el Círculo Italiano de Buenos Aires, cuando Huguito -como se lo conoce en el ambiente-, el joven que había vencido a Kasparov, Karpov y Kramnik, que había ganado dos mundiales por equipos Sub 26, que tenía el récord de ser el gran maestro y el campeón argentino más joven en el historial de este país, se cansó y se alejó del ajedrez. «Nunca nadie apostó por mí; tal vez, como dicen algunos, fui un talento frustrado. Pero si uno no tiene una familia de buena posición, dedicarse al ajedrez es muy difícil. La indiferencia y la falta de apoyo te matan«, rememora.
Fue entonces cuando creyó en su talento innato, en el poder de su olfato y en su prodigiosa memoria, concentración y evaluación para la toma de decisiones, para volcarlos en los momentos de mayor tensión que afrontó en el backgammon, primero, y en el póquer, después. Se convirtió en un jugador exitoso.
«Ser ajedrecista no te garantiza el éxito, pero te da mejores armas; el éxito lo genera uno. Nunca fui excelente en nada, pero tampoco malo en nada. Tal vez me podría haber perfeccionado en el póquer, pero no era la idea. Yo quería vivir bien, que no significa tener 5 palos en el banco. Con comprarme una casa, un auto, poder mandar a mis hijos a un buen colegio y alguna otra cosita, soy muy feliz. Y eso con el ajedrez no lo iba a lograr; podía sobrevivir, pero no tener la familia que tengo hoy», contó Spangenberg, desde el escritorio de su oficina, dedicada a la organización de eventos.
– ¿Y qué pasará ahora, vas a seguir jugando ajedrez?
-El ajedrez siempre me va a gustar; siempre va a ser el ajedrez. El principal problema es el tiempo. Se hace muy difícil alejarte de tus cosas durante los diez días que dura un torneo de este estilo. Tal vez vaya probando con torneos con otros ritmos de juego, de dos o tres días, porque mi vida tiene hoy otras prioridades. No te olvides que acaba de nacer Franco y que tengo otros dos varones: Felipe, de 6, y Facundo, de 4. Sí, antes de que me lo digas: todos de River; en casa, todos somos gallinas.
-¿Te animarías a jugar un Campeonato Argentino?
-Sí, tal vez; mi idea es jugar siempre una competencia con cierto nivel, porque si pierdo con jugadores más débiles me desmotivaría mucho.
-¿Te gusta cómo juega Alan Pichot?
-Ya hablé con él; le dije: vos me hacés acordar cuando yo era chico, pero no te agrandés. Sos un crack, tenés talento, garra, pero no te la creas ahora que te hacen reportajes y te invitan a fotos con políticos y a jugar simultáneas. Vos ganaste sólo un torneo y fuiste campeón mundial, pero si perdías sólo una partida o empatabas la última, no lo hubieras sido y nadie se hubiera dado cuenta de que igual eras un crack.
-¿Qué devolución le harías al ajedrez, a modo de agradecimiento?
-Alguna vez organicé un abierto y salió todo bien, pese a que no conseguí los auspiciantes deseados. No me quejo, pero la verdad es que no me veo como entrenador o algo por el estilo. Tal vez si me convocaran de algún área en la dirigencia deportiva podría volcar mi visión o mi experiencia, pero nunca sería un salvador. Creo que se nota un cambio respecto de la FADA de mi época; ahora hay muchas más competencias.
Hugo Spangenberg, una de las más rutilantes estrellas del ajedrez argentino, que quiere volver; se le adivina el parpadeo…
PERFIL
Nacimiento: 22/11/1975
Aprendió a jugar: a los 5 años.
Jugador de 1a Categoría: a los 12, en 1987Sus mayores logros
Campeonato Mundial por equipos Sub 26: en 1993 (Brasil) y en 1996 (Argentina)
Finalizó 3° en el Mundial Sub 20 (Brasil 1995)
Ganó el Campeonato Argentino 1993
Obtuvo el título de Gran Maestro a los 20 años.
Fuente: canchallena