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Cuento: El profesor de ajedrez (1/6)

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Por: Luis Alberto Arcos Salazar 

Ernesto Barreto es un apasionado del ajedrez desde su adolescencia. Lo aprendió cuando tenía catorce años de edad y cursaba el tercer año de secundaria. Fue gracias a la iniciativa de un padre de familia del colegio que se ofreció a enseñar el deporte ciencia a los alumnos interesados, sin costo alguno. Las clases, como recuerda Ernesto, se impartían los días sábados de nueve a once de la mañana en un parque del barrio donde estaba ubicado el centro de estudios. Es así que él y cuatro compañeros más se reunían cada semana para aprender las reglas y tácticas esenciales.

Lo primero que aprendieron fue que el ajedrez es llamado deporte ciencia porque, además de requerir cierto nivel de destreza mental, se fundamenta en una estrategia y una táctica, de la misma manera que otros deportes.

Desde ese entonces, la afición de Ernesto por el ajedrez se acrecentó hasta convertirse en parte fundamental de su vida. Aprendió a la perfección las reglas de este desafiante juego y se convirtió en ferviente admirador de Bobby Fisher y Boris Spassky, entre otras estrellas. No había campeonatos de ajedrez en Lima a los que no acudiera; y hasta asistió a este tipo de eventos fuera de Lima. Definitivamente, el deporte de las fichas negras y las fichas blancas constituía algo más que importante en su vida.
Han pasado muchos años desde que se inició en este fascinante deporte. Hoy en día, Ernesto es un hombre felizmente casado con Elvira, una mujer encantadora, y padre de Natalia, una niña de ocho años, alegre y despierta. Es propietario de una pequeña tienda de artículos de librería y servicio de fotocopias, la cual durante casi dos décadas le permitió vivir con modestia, pero sin angustias.

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El atender su negocio nunca le impidió reunirse religiosamente todos los jueves y sábados por la noche con un grupo de buenos amigos amantes también del ajedrez, con quienes jugaba y competía. Asimismo, organizaba competencias con ajedrecistas de otros barrios y distritos de Lima.
( Continuara….)

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